El Castillo de los Sueños
En un reino lejano, donde la magia brillaba en cada rincón, había un castillo conocido como el Castillo de los Sueños. Allí vivía una niña llamada Luna, que tenía un don especial: podía transformar sus tristezas en cosas maravillosas.
Luna era diferente a los demás. Su cabello era de un color plateado que brillaba con la luz de la luna. Aunque era muy querida por su familia, en la escuela no pasaba lo mismo. Un grupo de niños solía burlarse de ella. Cada vez que reían o la llamaban por el nombre de "la chica de la luna", a Luna le dolía el corazón. Pero su madre siempre le decía:
"Luna, recuerda que tus diferencias son tu fortaleza. No dejes que las palabras de otros apaguen tu luz."
Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un pequeño libro encuadernado en cuero antiguo. Al abrirlo, descubrió que era un libro de hechizos mágicos. Emocionada, Luna decidió probar uno, deseando que los niños dejaran de molestarla. Cuando recitó las palabras mágicas, un suave resplandor llenó el aire y, de repente, la risa de sus compañeros cambió. En vez de burlarse, comenzaron a sentir curiosidad por ella.
"¿Qué sucedió, Luna?" - preguntó su amiga Clara, que estaba sorprendida.
"No lo sé, pero me siento diferente. Quizás esta magia está ayudando a que me entiendan mejor."
Luna comenzó a usar su magia de manera sabia, creando pequeños momentos de alegría. Un día, mientras organizaba un concurso de talentos en la escuela con la ayuda de su nuevo libro, los burlones decidieron boicotearlo.
"¿Qué saben hacer? ¡Seguro que nada!" - dijeron en voz alta, con risas burlonas.
Esto hizo que Luna, en lugar de sentirse triste, decidiera que era momento de mostrarles lo que realmente significaba crear y compartir. Durante el concurso, algunos niños presentaron trucos de magia, otros bailaron, y Luna, sintiendo que todo su esfuerzo valía la pena, hizo un espectáculo de luces que dejó a todos con la boca abierta.
"¡Wow, Luna! Eso fue increíble!" - exclamó Clara.
Incluso los niños que habían sido crueles se sintieron atraídos por la magia de Luna. Un niño llamado Leo, que era uno de los más burlones, se acercó a ella con humildad.
"Luna, lo siento. Nunca debí reírme de vos. Me di cuenta de que tu magia es increíble, y debería haberte apoyado. ¿Puedo aprender un poco?"
Luna sonrió con amplitud.
"¡Claro, Leo! La magia es aún más divertida cuando se comparte."
Esa noche, Luna y Leo se sentaron juntos, y ella le enseñó algunos trucos simples. Los dos se hicieron amigos rápidamente y decidieron trabajar juntos para dejar atrás el bullying. Con su nueva amistad, empezaron a organizar más eventos divertidos, donde todos podían participar y compartir sus talentos. Así, el grupo de niños que solía molestarla se convirtió en una gran familia.
El castillo donde Luna había encontrado el libro de magia se transformó en el lugar donde todos se reunían para aprender y compartir. Cada uno podía expresarse y sentirse seguro. Pronto, el bullying se desvaneció, y el castillo se llenó de risas, amistad y mucha magia.
Luna se dio cuenta de que su verdadero poder no estaba solo en la magia, sino en el amor y la esperanza que podía dar a los demás. Ella había cambiado el corazón de su escuela y había demostrado que ser diferente es lo que nos hace únicos y especiales.
Y así, en el Castillo de los Sueños, ya no había tristeza, solo sonrisas y el brillo de la magia de la amistad.
Desde aquel entonces, cada niño del reino se acordó de la lección más importante que Luna había compartido: "La verdadera magia reside en el amor que damos y en la esperanza que compartimos."
FIN.