El Castillo de los Sustos Amistosos



En un pequeño pueblo llamado El Bosque Verde, había un castillo que todos los niños llamaban El Castillo de los Sustos. Se decía que estaba embrujado y que por las noches se escuchaban risas extrañas y ruidos misteriosos. El pueblo estaba lleno de historias sobre un fantasma que jugaba bromas a quienes se atrevían a acercarse.

Una tarde, un grupo de amigos decidió investigar. Clara, una niña valiente con un gran corazón; Lucas, un niño ingenioso que siempre tenía una respuesta; y Sofía, que era la más asustada del grupo y siempre traía una linterna gigante.

-Clara: "¡Vamos! ¡No podemos dejar que esos cuentos nos asusten! ¿Quién se anima a entrar al castillo?"

-Lucas: "¡Yo! Pero primero, necesito un mapa. ¡No quiero perderme!"

-Sofía: "¡Pero yo no quiero encontrarme con un fantasma!"

Clara tomó la mano de Sofía y le dijo:

-Clara: "No hay que tener miedo, Sofía. ¡Lo que importa es que estamos juntos!"

Después de mucho persuadirla, Sofía aceptó y, con sus linternas listas, se dirigieron al castillo. Al llegar, se encontraron con un gran portón de madera que crujía al abrirse.

Dentro, la decoración era impresionante, aunque se notaba que hacía mucho tiempo que no se cuidaba. Telarañas adornaban los rincones y la luz de sus linternas proyectaba sombras curiosas.

-Lucas: "¡Esto es genial! ¡Parece un escenario de película!"

-Clara: "¿Ves? No hay nada de qué asustarse. Solo son sombras. ¡Vamos a explorar!"

-Sofía: "Pero, ¿y el fantasma?"

Mientras exploraban, comenzaron a escuchar unas risas suaves. Se miraron entre ellos.

-Lucas: "¿Eso fue lo que creo que escuché?"

-Clara: "Vamos a averiguarlo. ¡Quiero conocer al fantasma!"

Siguieron las risas hasta llegar a un gran salón donde se encontraron con un grupo de niños y un anciano disfrazado de fantasma.

-El anciano: "¡Hola, pequeños aventureros! ¡Bienvenidos a nuestro club de amigos!"

Los niños no podían creer lo que veían. El anciano les explicó que cada viernes por la noche, un grupo de niños del pueblo se reunían para jugar, contar historias y divertirse en el castillo. La leyenda del fantasma servía para que los niños no tuvieran miedo y se unieran.

-Lucas: "¿Todo este tiempo pensábamos que era un lugar aterrador?"

-Clara: "¡Qué increíble! Esto es mucho mejor que tener miedo. ¡Estamos aquí para divertirnos!"

-Sofía: "Yo propongo que contemos historias espeluznantes, ¡pero sólo si son divertidas!"

A partir de ese día, Clara, Lucas y Sofía se convirtieron en parte de esa maravillosa tradición del Castillo de los Sustos. Aprendieron que los miedos muchas veces tienen una explicación, y que enfrentar lo desconocido puede ser una gran aventura si se tiene el valor de acompañarse entre amigos.

Con cada visita, la relación entre ellos se fortalecía y comenzaron a invitar a otros niños a unirse. El Castillo de los Sustos se transformó en un lugar de risas y juegos, donde todos podían compartir sus cuentos y experiencias.

Y así, el miedo se transformó en alegría, y los sustos se convirtieron en amigos.

Finalmente, Clara, Lucas y Sofía entendieron que lo más importante no era enfrentarse al miedo solos, sino tener el apoyo de los amigos, ¡y compartir esas aventuras con muchos más! El Castillo de los Sustos no sólo era un lugar de risas, sino un símbolo de unión y amistad. Y así, el pueblo de El Bosque Verde nunca volvió a temer al Castillo, sino que lo celebraban como el lugar donde los niños se volvían valientes y se hacían amigos.

FIN.

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