El Castillo Encantado de Sara



Había una vez, en un reino lejano, un hermoso castillo que se alzaba en la cima de una colina. Este castillo no era uno más, tenía una magia especial que lo hacía brillar con colores vivos en las noches estrelladas. Allí vivía la princesa Sara, una chica curiosa y valiente

Un día, mientras exploraba los jardines del castillo, Sara se encontró con un viejo libro polvoriento bajo un árbol. "¿Qué será esto?"- se preguntó, y decidida a descubrirlo, lo abrió. Inmediatamente fue rodeada por un resplandor y una figura misteriosa apareció ante ella.

"Hola, soy Feroz, el guardián de este castillo encantado. He estado esperando a alguien como vos para resolver un enigma que ha atrapado a nuestro reino por siglos"-, dijo la figura con una voz profunda y resonante.

"¿Un enigma?"- preguntó Sara, intrigada.

"Sí, hay un hechizo que ha mantenido a los habitantes del reino apagados y tristes. Solo una persona valiente y noble de corazón puede romperlo. Necesito tu ayuda"-, respondió Feroz.

Sara, emocionada y dispuesta, aceptó el desafío. "¿Qué tengo que hacer?"-

"Debes encontrar tres gemas mágicas que simbolizan la bondad, la amistad y la valentía. Cada gema está escondida en un lugar diferente del reino. Para conseguirlas, tendrás que enfrentarte a diversos retos"-, explicó Feroz.

La primera gema, la de la bondad, se encontraba en el Bosque de los Susurros. Al llegar, Sara se encontró con un árbol llorón que no paraba de sollozar.

"¿Por qué lloras, querido árbol?"- le preguntó Sara.

"He perdido mi hoja más hermosa, y sin ella me siento incompleto"-, dijo el árbol, sollozando.

Sara, conmovida, decidió ayudarlo. "No te preocupes, busquemos juntos tu hoja. ¡Seguro la encontraremos!"-

Tras un rato buscando, encontraron una brillante hoja dorada en el suelo. "¡Aquí está!"- gritó Sara, y el árbol, agradecido, comenzó a brillar con una luz cálida. "Por tu bondad, aquí tienes la gema de la bondad"- le dijo el árbol mientras le entregaba una magnífica gema.

Sara continuó su camino con una sonrisa, sintiéndose más fuerte.

La segunda gema, la de la amistad, estaba en la Cueva de la Amistad, custodiada por dos dragones en desacuerdo. Al llegar, vio que los dragones discutían acaloradamente.

"¡Yo quiero el tesoro solo para mí!"- decía el dragón rojo.

"¡No! ¡Es nuestro!"- respondía el dragón azul.

Sara, valiente, se acercó. "¡Amigos! ¡No se pelean por esto! La amistad es más valiosa que cualquier tesoro"-

Los dragones, sorprendidos, la miraron.

"¿Cómo puedes decir eso, pequeña?"- preguntó el dragón azul.

"Porque la verdadera riqueza está en las relaciones que construimos con los demás. Si se ayudan mutuamente, podrían tener mucho más que cualquier tesoro"-, respondió Sara.

Los dragones se miraron, pensándolo. "Puede que tengas razón. Hemos sido egoístas"- dijo el dragón rojo.

Y así, se unieron para compartir los tesoros de la cueva. Como agradecimiento, le entregaron a Sara la gema de la amistad, brillando radiante en sus manos.

Finalmente, Sara se dirigió al Pico de la Valentía, donde se encontraba la última gema. En lo alto de la montaña, una tormenta se desataba, y una gran sombra la observaba. Era un grifo gigantesco, que le bloqueaba el camino.

"¡Tú no pasas!"- rugió el grifo.

"Soy Sara, y vine a buscar la gema de la valentía. No tengo miedo de ti"-, replicó, a pesar de su temor.

El grifo, impresionado, respondió: "¿Tienes verdaderamente valor? Demuéstramelo enfrentándote a mí. ¿Por qué crees que mereces la gema?"-

Sara, sintiéndose retada, dijo: "Porque el valor no implica no tener miedo, sino enfrentarlo. Estoy aquí no solo por mí, sino por todo mi reino"-

El grifo, al escucharla, sintió que había algo especial en la princesa. "Has mostrado un gran coraje. Aquí tienes la gema de la valentía"- le dijo mientras le entregaba la gema brillante.

Con las tres gemas en sus manos, Sara regresó al castillo acompañada por Feroz. Al unirse las gemas, un destello de luz llenó el castillo y, en un instante, todos los habitantes del reino comenzaron a sonreír y reír nuevamente.

"¡Lo lograste, Sara! Has devuelto la alegría a nuestro reino"- exclamó Feroz, feliz.

"No fui solo yo. Fue gracias a la bondad, la amistad y el valor que encontré por el camino"-, respondió Sara, mirando a todos.

Desde aquel día, el castillo encantado se llenó de risas y amor. La princesa Sara siempre recordaría que los verdaderos tesoros del reino eran las conexiones y valores que cultivaban juntos.

Y así, el castillo no solo era encantado por su magia, sino por el calor de los corazones de todos los que vivían en él.

FIN.

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