El Castillo Encantado del Lago Nes



En un lejano reino submarino, rodeado de aguas cristalinas y con un cielo siempre despejado, se encontraba el hermoso Castillo Encantado del Lago Nes. Allí vivía una sirenita named Arelia, quien tenía una voz dulce como el canto de los pájaros y un espíritu aventurero. Arelia pasaba sus días explorando los coloridos arrecifes y jugando con sus amigos los peces. Pero su corazón anhelaba más; deseaba conocer el mundo de la superficie.

Un día, mientras nadaba cerca de la orilla, vio a un niño humano llamado Tomás que estaba recogiendo conchitas en la playa. Al instante, Arelia sintió curiosidad.

- “¡Mirá esos colores, son tan hermosos! ” - exclamó.

Tomás, al escuchar la voz melodiosa, miró a su alrededor.

- “¿Quién está ahí? ” - preguntó inseguro.

Arelia, al darse cuenta de que no podía hacerse ver, se asomó un poco más a la superficie.

- “¡Soy Arelia, la sirenita! ¿Y vos quién sos? ” - dijo emocionada.

- “Soy Tomás, un humano. Nunca había visto una sirenita antes. ¿Es cierto que pueden cantar canciones mágicas? ” - inquirió el chico.

Arelia sonrió.

- “Sí, ¿quieres que te cante una? ”

Y así fue como la sirenita comenzó a cantar, llenando el aire con dulzura. Tomás estaba fascinado. Sin embargo, la alegría de Arelia se tornó en preocupación. Recordó las advertencias de su madre, quien siempre le decía que nunca debía acercarse demasiado al mundo humano.

- “Tomás, me encantaría conocer tu mundo, pero…” - empezó a decir, pero interrumpió su pensamiento al ver que un fuerte viento comenzaba a soplar.

Unas nubes oscuras cubrieron el cielo, y de repente, un barco apareció en el horizonte. Tomás se asustó y se alejó un poco, pero Arelia, impulsada por la curiosidad, decidió acercarse al barco, que parecía tambalearse por las olas.

- “¡Tomás, ten cuidado! ” - gritó Arelia, a pesar de que sabía que él no podía oírla del todo. El barco, en efecto, comenzó a volcarse. Tomás, al ver la situación, decidió ayudar a su papá que había caído al mar.

La sirenita se dio cuenta de que Tomás estaba en peligro y nadó rápidamente hacia él.

- “Tomás, ¡ven! Te ayudaré! ” - exclamó Arelia, mientras utilizaba sus habilidades para crear burbujas que lo protegieran de las olas.

Con mucho esfuerzo, juntos pudieron estabilizar el barco y rescatar a su padre. Tomás, agradecido, miró a Arelia con los ojos brillando de admiración.

- “¡Eres una heroína! ¿Cómo puedo agradecerte? ” - dijo.

- “No tienes que agradecerme, Tomás. Solo cuida del océano y respétalo, así yo también podré seguir explorando tu mundo” - respondió la sirenita con una sonrisa.

Después de esa aventura, Arelia y Tomás se hicieron grandes amigos. Una vez a la semana, se encontraban en la orilla y compartían sus historias, sueños y risas. La sirenita le enseñó a Tomás a amar el mar y a cuidar del medio ambiente, mientras que él le mostraba las maravillas del mundo sobre el agua.

Un día, mientras jugaban en la playa, encontraron una botella flotante con un mensaje dentro. Arelia la abrió y leyó:

- “¡Ayuda! Estoy atrapada en una isla mágica, y necesito un amigo cercano para salir de aquí”.

Tomás miró a Arelia.

- “¡Debemos ayudarla! ” - dijo con entusiasmo.

Las dos almas valientes se embarcaron en una nueva aventura. Juntos, navegaron hacia la isla mágica y, después de superar varios desafíos, lograron liberar a la joven atrapada. Ella se llamaba Lia y era una talentosa artista que había sido encerrada por un hechizo.

- “¡Gracias, amigos! ” - dijo Lia agradecida. - “Prometo que siempre devolveré el favor”.

Antes de despedirse, Lia les dio un amuleto mágico que los protegería en sus futuras aventuras. Con él, Arelia y Tomás aprendieron la importancia de la amistad, la lealtad y el trabajo en equipo. A partir de entonces, cada vez que se veían, recordaban lo grandioso que era ayudar a los demás y proteger el mundo en que vivían.

Así, en el Castillo Encantado del Lago Nes, Arelia siguió explorando los océanos, y Tomás, del otro lado del agua, nunca dejó de soñar en hacer del mundo un lugar mejor. Juntos, prometieron que siempre se ayudarían mutuamente y que la amistad entre sus mundos sería más fuerte que cualquier tempestad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!