El Castillo Mágico y la Bruja Traviesa



En un lugar lejano, donde el cielo era de un azul radiante y los árboles tenían hojas de colores brillantes, se encontraba el Castillo del Mundo de Colores. Allí vivía una princesa llamada Felicidad, que siempre llevaba una sonrisa en su rostro. Su mejor amigo era un príncipe llamado Príncipe Encantado, que tenía una gran pasión por las aventuras. Juntos recorrían el Mundo Encantado, llenando de alegría a todos los animales que encontraban en su camino.

Un día, mientras exploraban un exuberante bosque, escucharon un ruidito extraño. "¿Qué fue eso?"- preguntó Felicidad. "No lo sé, pero algo me dice que debemos investigar"- respondió el príncipe.

Siguiendo el sonido, llegaron hasta un claro donde encontraron a un grupo de animalitos tratando de asustar a una pequeña criatura. Era una dulce ardillita, que temblaba de miedo. "¿Qué les pasa?"- preguntó Felicidad. "Es una bruja mala que nos ha robado nuestras sonrisas"- explicó una tortuga.

El Príncipe Encantado, decidido a ayudar, dijo: "No podemos permitir que una bruja nos quite la felicidad. Vamos a encontrarla y recuperar las sonrisas de todos".

Juntos, se adentraron en el bosque y, al poco tiempo, se encontraron con la malvada Bruja Bada. Esta bruja tenía un aspecto peculiar; su vestido era de un verde oscuro y su cabello estaba lleno de espinas. "¿Qué hacen aquí, pequeños intrusos?"- preguntó la bruja con una risa burlona.

"Venimos a recuperar las sonrisas que robaste"- dijo Felicidad, con valentía.

"¿Y qué me darán a cambio?"- la bruja replicó, chasqueando los dedos.

El príncipe pensó por un momento y dijo: "¿Qué tal un trato? Podemos ofrecerte nuestra amistad y enseñarte a ser feliz como nosotros".

La bruja se sorprendió ante la propuesta. "¿Amistad? Yo nunca he tenido amigos. Siempre he estado sola"- confesó la Bruja Bada, bajando la mirada.

"Tal vez sea hora de que eso cambie"- dijo el Príncipe, mientras se acercaba a ella. "¿Por qué no te unes a nosotros y vemos cómo es el Mundo de Colores?"- propuso Felicidad, extendiendo su mano.

Con un gesto de duda, la bruja aceptó. Así, los cuatro —la ardillita, la tortuga, y la Bruja Bada— comenzaron a explorar el Castillo del Mundo de Colores. Juntos, aprendieron sobre la amistad, la generosidad y la alegría.

A medida que pasaban los días, la bruja comenzó a cambiar. Cada vez que reía, su vestido se tornaba más colorido y sus espinas se convertían en flores. "Miren, ¡mi sonrisa ha regresado!"- exclamó llena de asombro. Los animalitos celebraron su transformación y pronto, la Bruja Bada se convirtió en parte del grupo.

Sin embargo, una noche, la bruja se preocupó. "Tal vez esto se trate solo de magia y no de verdadera amistad"- murmuró. Decidió volver a su viejo bosque para comprobarlo. Los amigos, al darse cuenta de su ausencia, se sintieron tristes. "La extrañamos. No podemos dejar que se sienta sola de nuevo"- dijo Felicidad, con lágrimas en los ojos.

Los tres animalitos se adentraron en el bosque oscuro y allí, encontraron a la Bruja Bada rodeada por sombras. "No te vayas, ¡te queremos aquí!"- gritó la ardillita.

La bruja giró y vio el verdadero afecto en sus ojos. "¿Realmente me quieren?"- preguntó sorprendida.

"Claro, ¡eres parte de nuestra familia!"- respondió el Príncipe Encantado.

La Bruja Bada sonrió, y al hacerlo, el bosque a su alrededor comenzó a iluminarse con colores vibrantes. Entendió que la verdadera magia no provenía de un hechizo, sino de la amistad que había forjado.

Así, el grupo volvió al Castillo del Mundo de Colores, donde todos celebraron una gran fiesta. Desde aquel momento, la Bruja Bada eligió compartir su magia para ayudar a quienes la necesitaban, convirtiéndose en la mejor amiga de Felicidad y el Príncipe Encantado. Y en cada aventura que vivieron después, las risas y sonrisas nunca faltaron, porque habían descubierto juntos que la amistad es la mayor de todas las magias.

Y así fue como el Castillo del Mundo de Colores se llenó de risas y alegría, gracias a una princesa, un príncipe y una bruja que, aunque diferente, encontró su lugar en la historia de un mundo encantado.

FIN.

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