El Cazador Amistoso



En un amplio y verde campo, vivían tres amigos: un astuto lobo llamado Luno, un gentil ciervo llamado Ciro y una sabia águila llamada Alera. Cada uno tenía su propia personalidad, pero juntos disfrutaban de muchas aventuras.

Un día, mientras paseaban por el campo, Luno propuso:

"¿Y si jugamos a un juego de escondidas? ¡Prometo que seré el mejor buscador!"

Ciro, con su voz suave, respondió:

"Claro, Luno. Pero ten cuidado de no asustar a los demás animales mientras juegas."

Alera, desde lo alto de un árbol, dijo:

"Yo seré la que cuente. ¡Concentrémonos en divertirnos!"

A medida que Alera contaba los números, Ciro y Luno se escondieron. El ciervo, ágil y ligero, encontró un arbusto espeso. Luno, siempre querido por su astucia, decidió esconderse detrás de un gran roble.

Cuando Alera terminó de contar, voló bajo y comenzó a buscar. Con su vista excepcional, pudo ver a Ciro entre las ramas, y lo llamó:

"¡Te encontré, Ciro! Ahora solo falta Luno."

Pero Luno, mientras tanto, se dio cuenta de que no era tan divertido esconderse solo. Se sentía un poco triste y decidió salir de su escondite. Sin embargo, al hacerlo, vio que un pequeño conejo estaba atrapado en un arbusto espinoso.

"Oh, no. Tengo que ayudarlo", murmuró Luno, olvidando por un momento el juego.

Ciro y Alera, al escuchar a Luno, volaron hacia él rápidamente.

"¿Qué te pasa, Luno?" preguntó Ciro con curiosidad.

"Hay un conejo atrapado. No puedo dejarlo así. ¡Necesito ayuda!"

Sin dudarlo, Ciro dijo:

"Hagámoslo juntos. Todos tenemos nuestras habilidades. Alera, tú puedes volar alto y ver cómo podemos ayudarle. Yo puedo usar mis patas para mover las ramas. Luno, tú eres fuerte. ¡Juntos podremos liberarlo!"

Alera, emocionada, voló hacia el conejo y desde ahí le explicó al lobo y al ciervo qué pasos seguir:

"Luno, mueve esa rama hacia la izquierda. Ciro, tú empuja la otra rama despacio. ¡Y yo guiaré!"

Con trabajo en equipo, lograron liberar al pequeño conejo, quien les dio las gracias saltando de alegría:

"¡Muchas gracias! No sabía cómo iba a salir de ahí. Eres realmente un gran amigo, Luno."

Luno sonrió, sintiéndose feliz por haber ayudado. Ciro añadió:

"Siempre debemos recordar ayudar a quienes lo necesitan, más allá de nuestros juegos."

Alera, volando sobre ellos, concluyó:

"Exactamente. La amistad y la solidaridad siempre son más importantes que cualquier juego."

Y así, aquel día, en medio del verde campo, los tres amigos aprendieron una valiosa lección: que trabajar juntos puede llevar a grandes logros, y que la amistad se construye ayudando a otros. Y mientras el sol se ponía, ellos partieron hacia nuevos horizontes llenos de aventuras, siempre recordando la magia de la colaboración y el apoyo entre amigos.

FIN.

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