El cazador de sueños



Había una vez en la exuberante selva de Argentina, un lugar lleno de árboles altos y coloridas flores, donde habitaba el Aguitorro. Este peculiar animalito era una fusión entre un águila y un cotorro de cachetes amarillos.

Tenía el cuerpo poderoso de un águila, con sus garras afiladas y su mirada aguda, pero también tenía unos colores verdes super llamativos que lo hacían muy visible para otros animales.

El Aguitorro soñaba con ser un gran cazador rapaz como las águilas, pero su aspecto llamativo dificultaba mucho sus habilidades para acechar a sus presas. Cada vez que intentaba acercarse sigilosamente a algún animalito para atraparlo, estos se daban cuenta fácilmente de su presencia y huían rápidamente.

Un día soleado, mientras volaba por los cielos en busca de alimento, el Aguitorro se encontró con Don Guillermo, un viejo búho sabio que vivía en lo más profundo del bosque.

Don Guillermo había observado al Aguitorro desde lejos y decidió ayudarlo. "¡Hola joven Aguitorro! Veo que estás teniendo dificultades para cazar", dijo Don Guillermo con voz grave. "Sí señor Búho", respondió el Aguitorro tristemente.

"Mi apariencia me hace muy visible y asusto a todos los animales antes de poder acercarme a ellos". Don Guillermo sonrió sabiamente y comenzó a contarle una historia al pequeño Aguitorro. Hace muchos años -dijo el búho-, vivió un pajarito llamado Panchito. Panchito era un ave común, con plumas marrones y nada llamativas.

Pero a pesar de su apariencia, Panchito tenía un espíritu valiente y una gran determinación. Un día, mientras volaba por el bosque en busca de comida, Panchito se encontró con una serpiente hambrienta que lo amenazaba con devorarlo.

Aunque la serpiente era más grande y peligrosa que él, Panchito no se rindió. Usando su astucia y agilidad, logró escapar de la serpiente y salvar su vida. El Aguitorro escuchaba atentamente la historia mientras Don Guillermo continuaba.

"Lo que quiero decirte, joven Aguitorro", dijo el búho sabiamente, "es que no importa cómo te veas por fuera o qué dificultades enfrentes. Lo importante es tu valentía y perseverancia".

El Aguitorro sintió cómo sus alas se llenaban de energía renovada al escuchar las palabras del sabio búho. Decidió seguir adelante y demostrarle al mundo lo que era capaz de hacer. Desde ese día en adelante, el Aguitorro practicó incansablemente sus habilidades de caza.

Aprendió a camuflarse entre las hojas verdes del bosque y a acercarse sigilosamente a sus presas sin asustarlas. Con el tiempo, el Aguitorro se convirtió en uno de los cazadores más hábiles del bosque argentino.

Su aspecto llamativo ya no importaba tanto porque había aprendido a usarlo como una ventaja para sorprender a sus presas.

Y así fue como el Aguitorro se convirtió en una leyenda en la selva, inspirando a otros animales a no dejarse llevar por las apariencias y a perseguir sus sueños sin importar las dificultades que enfrenten. Y colorín colorado, esta historia del Aguitorro ha terminado. Recuerda siempre ser valiente y perseverante, ¡y nunca dejes que nada te detenga!

FIN.

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