El cazador sabio



Había una vez en el monte chaqueño un joven qom llamado Taku, quien vivía junto a sus padres y su hermanito Kiri.

Desde pequeño, Taku había aprendido a cazar y pescar con su padre, pero últimamente no estaba teniendo éxito en sus salidas al bosque. Una tarde, mientras regresaba a casa con las manos vacías, se encontró con su madre sentada bajo un árbol llorando. "¿Qué te pasa mamá?" - preguntó Taku preocupado.

"Estoy triste hijo, tu papá y yo notamos que has tenido dificultades para conseguir comida últimamente" - respondió ella. Taku se sintió mal por hacer sentir así a sus padres y decidió que debía esforzarse más.

Al día siguiente temprano salió de casa decidido a cazar algo grande para demostrarles que podía hacerlo. Caminó por horas sin encontrar nada hasta que llegó a una zona del bosque donde nunca antes había estado.

De repente escuchó un ruido extraño detrás de unos arbustos. Con mucho cuidado se acercó sigilosamente para ver qué era, cuando vio una manada de ciervos corriendo hacia él. Taku apuntó con su arco y flecha pero los nervios lo traicionaron y falló el disparo.

Los ciervos desaparecieron entre los árboles dejando al joven qom frustrado y decepcionado consigo mismo.

Mientras caminaba de regreso a casa pensativo sobre lo ocurrido, se topó con un anciano sabio que le dijo: "Joven Taku ¿qué te preocupa?". "No he podido cazar nada y mis padres están tristes" - respondió Taku. "La caza no es solo habilidad y destreza, también requiere paciencia, perseverancia y respeto por la naturaleza" - le dijo el anciano.

Taku tomó las palabras del sabio como una enseñanza valiosa y decidió aplicarlas en su próxima salida al bosque. Durante días estuvo observando el comportamiento de los animales, aprendiendo sus hábitos y movimientos para poder anticiparse a ellos.

Finalmente llegó el día en que logró darle un tiro certero a un venado, lo suficientemente grande como para alimentar a su familia durante varios días.

Cuando llegó a casa con la presa, sus padres se sorprendieron gratamente al verlo llegar con algo tan grande. "¡Hijo! ¡Qué alegría verte así!" - exclamó su padre emocionado.

Taku les explicó todo lo que había aprendido sobre la paciencia y el respeto por la naturaleza gracias al anciano sabio del bosque. Desde ese día en adelante, Taku nunca volvió a sentirse frustrado por no poder cazar algo grande inmediatamente.

Aprendió que cada salida era una oportunidad de aprender algo nuevo sobre los animales del monte chaqueño, disfrutar del contacto con la naturaleza y compartir momentos especiales junto a su familia. Y así vivieron felices todos juntos en armonía con la madre tierra.

FIN.

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