El cercado valiente
Había una vez una familia llamada los Rodríguez que vivía en un hermoso pueblo rodeado de montañas y campos verdes.
Don Pedro, el padre de la familia, era un gran agricultor y amaba cultivar diferentes tipos de alimentos en su pequeña huerta. Un día, don Pedro decidió sembrar elotes para poder disfrutarlos durante la próxima temporada.
Junto a su esposa doña Marta y sus dos hijos, Juanito y Lucía, prepararon la tierra con mucho cuidado, plantaron las semillas y las regaron con amor. Los días pasaban y la familia Rodríguez observaba con alegría cómo las plantas crecían sanas y fuertes. Todos estaban emocionados por probar los deliciosos elotes que pronto estarían listos para cosechar.
Sin embargo, había algo que no habían tenido en cuenta: los animales silvestres que habitaban en las montañas cercanas también tenían antojo de esos jugosos elotes.
Cada noche, mientras la familia dormía plácidamente, los traviesos conejos del campo se acercaban furtivamente a la huerta para disfrutar de un festín nocturno. Una mañana soleada, cuando don Pedro fue a revisar sus queridas plantas de elote, se llevó una desagradable sorpresa. ¡Todos los elotes habían desaparecido! No quedaba ni uno solo.
La tristeza invadió a toda la familia Rodríguez al ver su esfuerzo desperdiciado. Juanito estaba especialmente decepcionado ya que él había ayudado mucho en todo el proceso de siembra. "-Papá... ¿qué vamos a hacer ahora? Nuestros elotes se han ido.
" -dijo Juanito con los ojos llenos de lágrimas. Don Pedro, aunque también estaba triste, sabía que rendirse no era una opción. Decidió hacer una reunión familiar para buscar soluciones y encontrar la manera de proteger su cultivo.
"-Familia, sé que estamos desanimados, pero no podemos dejarnos vencer por unos conejitos hambrientos. Vamos a pensar en cómo proteger nuestra huerta para que podamos disfrutar de nuestros elotes. " -dijo don Pedro con determinación.
Después de mucha reflexión e investigación, la familia Rodríguez llegó a una solución ingeniosa. Decidieron construir un cercado alrededor de la huerta utilizando mallas especiales que impedirían el acceso a los conejos sin dañarlos. Todos trabajaron juntos durante días para construir el cercado.
Juanito y Lucía ayudaron a medir y cortar las mallas mientras sus padres las aseguraban alrededor de la huerta. Finalmente, cuando terminaron, todos estaban agotados pero felices.
Habían logrado crear un espacio seguro para sus amados elotes y evitar que los animales silvestres se los comieran. Los días pasaron nuevamente y esta vez los elotes crecieron aún más hermosos dentro del cercado protector.
La familia Rodríguez regocijaba cada noche viendo cómo los traviesos conejos intentaban acercarse pero eran frustrados por la barrera segura. Cuando llegó finalmente la temporada de cosecha, don Pedro invitó a toda la comunidad del pueblo para compartir su abundante cosecha de elotes.
Todos quedaron maravillados con la historia de perseverancia y trabajo en equipo que había detrás de aquellos deliciosos elotes. Desde ese día, los Rodríguez se convirtieron en un ejemplo para todos. Aprendieron que cuando enfrentas dificultades, no debes rendirte, sino buscar soluciones creativas y trabajar juntos para superarlas.
Y así, la familia Rodríguez continuó cultivando su huerta con amor y dedicación, siempre protegiendo sus alimentos de los traviesos animales silvestres que deseaban saborearlos.
Y cada vez que recordaban aquella temporada de los elotes perdidos, sonreían orgullosos por haber encontrado una manera de convertir la adversidad en éxito.
FIN.