El cerdito astuto y el zorro engañador
En un hermoso prado lleno de flores y árboles verdes, vivía un pequeño cerdito llamado Pipo. Pipo era un cerdo muy curioso, siempre explorando su entorno y haciendo nuevos amigos. Pero había un problema: un zorro astuto llamado Zorro, que vivía en el borde del bosque cercano, también observaba a Pipo. Zorro era conocido por ser el más astuto de todos los animales y disfrutaba engañando a los demás.
Un día, mientras Pipo estaba jugando cerca de un arroyo, se topó con Zorro, que lo miraba con ojos brillantes.
"Hola, pequeño cerdito. ¿Sabías que hoy es tu día de suerte?" - dijo Zorro con una voz suave y tentadora.
Pipo, emocionado, preguntó: "¿De verdad? ¿Cómo puede ser?"
"He encontrado un maravilloso lugar lleno de deliciosas frutas y miel, y sólo hay que seguirme. Te llevaré allí, pero tendrás que ser valiente y atrevido", respondió Zorro, mientras sus ojos centelleaban con astucia.
Pipo, con la cabeza llena de sueños de frutas jugosas y dulces, decidió seguir a Zorro. Después de todo, ¡era su día de suerte!
Pero el camino que Zorro tomó era más bien extraño. Atravesaron el bosque y, en lugar de acercarse a un lugar de flores, llegaron a un claro oscuro y polvoriento.
"¿Dónde están las frutas?" - preguntó Pipo, comenzando a sentirse un poco incómodo.
"Aquí es donde guardamos las sorpresas más grandes. Solo tienes que tener confianza en mí. No temas, pequeño cerdito. Mira, ahí está la miel!" - dijo Zorro, señalando un tarro que, por cierto, estaba muy lejos.
Pipo comenzó a sospechar. El lugar no parecía amigable, y la miel parecía estar protegida por un montón de lianas y espinas. Entonces, decidió usar su cabeza.
"Sabes, querido Zorro, creo que me acordé de que mi mamá siempre me decía que no hablara con extraños. Tal vez mejor voy a casa y preparo algo rico con las frutas que tengo. ¡Gracias por tu ofrecimiento!" - dijo Pipo, simulando tranquilidad.
Zorro, que no esperaba esa respuesta, apretó los labios. Tenía que actuar rápido.
"¡Espera! Te prometo que solo hay que cruzar esas espinas. No te va a doler, ¡tienes que confiar en mí!" - insistió el zorro, pero ya era demasiado tarde.
Pipo había escuchado a su madre. Mientras Zorro intentaba persuadirlo, el cerdito decidió dar un paso atrás y salir corriendo hacia el prado.
Al llegar a su hogar, le contó a sus amigos lo que había pasado.
"¡Uff! ¡Casi caigo en su trampa!" - exclamó Pipo.
Sus amigos, que lo habían estado observando, se acercaron corriendo.
"¡Buena elección, Pipo! Siempre hay que estar alerta con los extraños. No importa cuán tentadoras sean las promesas." - dijo Lila, la ovejita.
A partir de ese día, Pipo se convirtió en un héroe entre sus amigos por haber evitado a Zorro. Aprendieron que la valentía no siempre es lo que parece; a veces, ser astuto y pensar antes de actuar es la mejor manera de mantenerse a salvo.
Sin embargo, Zorro no se daba por vencido. Comenzó a pensar en un nuevo plan para intentar engañar a Pipo. Se disfrazó con una capa hecha de hojas y florecitas y se acercó nuevamente al prado.
"¡Hola, mis queridos amigos! Soy el nuevo jardinero del bosque, vengo a ofrecer frutos y miel fresca. Solo deben ayudarme a recogerlas. Es un trabajo divertido. ¿Quién se anima?" - dijo Zorro, tratando de sonar amigable.
Sin embargo, Pipo se acordó de la última vez y decidió no acercarse esta vez.
"No, gracias, Zorro. Ya aprendimos a no confiar en extraños. Y ahora, cada vez que quieras engañarnos, ¡te recordaremos cómo casi te creímos!" - respondió, ya más ingenioso.
Zorro, frustrado, decidió que sería mejor alejarse y buscar otra manera de conseguir lo que quería. Finalmente, Pipo demostró que, aunque a veces se puede caer en las tentaciones, siempre hay un camino de vuelta, y lo más importante, raspar un poco la astucia no está mal.
Pipo y sus amigos aprendieron una valiosa lección ese día. A veces, la verdadera suerte está en usar el ingenio y ser valiente al tomar decisiones.
Y así, Pipo continuó disfrutando de su vida en el prado, siempre alerta, pero también disfrutando de sus dulces frutas. Y de esa manera, todos vivieron felices y aprendieron a valorar su instinto y la importancia de la amistad.
FIN.