El cerdito que amó la lluvia



Era un día muy lluvioso en la granja de Don Joaquín. Las nubes grises cubrían el cielo y la lluvia caía a cántaros. Todos los animales estaban resguardados en sus establos, disfrutando de la calidez y la comodidad.

Pero en el corral, había un pequeño cerdito llamado Pipo que no podía estar quieto. A él le encantaba jugar y explorar, y la lluvia era una oportunidad perfecta para un nuevo tipo de aventura.

"¡No, Pipo!" -gritó su amiga la gallina Clara, asomándose desde el gallinero"Vas a ensuciarte todo. ¡No puedes salir!"

"Pero Clara, ¡la lluvia es divertida!" -respondió Pipo con una sonrisa amplia, mientras daba pequeños saltitos en su lugar"Mirá cómo caen las gotas sobre el barro, ¡me están llamando a jugar!"

"No lo entiendo, Pipo. Es mejor estar calentitos y secos" -contestó Clara.

Sin escuchar la advertencia de Clara, Pipo salió corriendo al barro. Cada paso que daba dejaba huellas profundas y salpicaba agua por todos lados. Él reía a carcajadas mientras chapoteaba de un lado a otro.

"¡Soy el rey del barro!" -exclamó mientras hacía una pirueta, disfrutando de cada charco que encontró en su camino.

Pero de repente, un rayo iluminó el cielo y se escuchó un fuerte trueno. Pipo se detuvo en seco.

"Uh-oh... eso no suena bien..." -murmuró, dudando por un instante.

"¡Vuelve!" -gritó Clara desde el gallinero, ahora un poco preocupada"¡Es peligroso!".

Pipo miró hacia atrás y vio a todos los animales asomando sus cabezas desde los establos, con miradas de preocupación.

"No quiero que se asusten" -pensó Pipo, y a pesar de su atracción por el barro y la lluvia, decidió regresar. Se deslizó y saltó, rascándose frente a todos.

"¡Lo siento! Solo quería jugar y disfrutar. Pero no quiero que se asusten. ¿Y si hacemos algo divertido y seguro juntos?" -les dijo, moviendo su colita emocionado.

Los animales miraron a Pipo y empezaron a sonreír.

"Podemos jugar a hacer formas en el barro, hasta un gran cerdo!" -sugirió la Oveja Lila, entusiasmada.

"¡Sí! ¡Y después podríamos hacer un desfile!" -añadió el pato Lucas, aleteando alegremente.

Así fue como Pipo reunió a todos los animales bajo el techo del granero y con la lluvia de fondo, comenzaron a hacer figuras de barro con sus patas y alas. Una figura aquí, una figura allá, el barro cubría a todos y pronto se armó un verdadero espectáculo. Se reían y compartían historias, mientras las gotas de lluvia seguían cayendo al ritmo de su alegría.

"¡Miren ese cerdito!" -gritó Clara, alzando su ala con sorpresa"¡Es el mejor de todos!". Todos los animales estallaron en risas al ver la forma que habían creado.

Pipo se dio cuenta de que no importaba el clima, lo más importante era estar juntos y hacer que cualquier momento, incluso el más lluvioso, se convirtiera en una maravillosa aventura.

Finalmente, cuando la lluvia empezó a cesar y el sol se asomó tímidamente entre las nubes, Pipo y sus amigos salieron a jugar sobre el césped mojado.

"Gracias, Pipo" -dijo Lila, limpiándose un poco el barro de su lana"Nos enseñaste que siempre hay una manera de divertirse juntos, pase lo que pase".

"Sí, y que no debemos tener miedo a la lluvia. A veces, solo necesitamos un poco de creatividad para convertir lo que parece un mal día en uno increíble" -concluyó Pipo, con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Y así, entre risas y barro, Pipo, Clara, Lila y Lucas disfrutaron del día, recordando que la verdadera diversión se encuentra en la compañía de los amigos, sin importar el clima.

FIN.

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