El cerdito valiente
Había una vez un cerdito llamado Pepito que vivía en una granja. A diferencia de los demás cerdos, Pepito no era muy fuerte ni valiente, pero soñaba con demostrarle al mundo lo que era capaz de hacer.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a la granja, Pepito se encontró con un grupo de animales peleando por un pedazo de comida. Había un perro gruñón, un gato arisco y hasta un gallo bravucón.
El cerdito no pudo evitar sentirse triste al ver tanta violencia entre ellos. Decidido a hacer algo al respecto, Pepito se acercó lentamente y les dijo: "¡Hey! ¿Por qué están peleando? La vida es mucho más bonita cuando nos ayudamos entre todos.
"El perro gruñón miró a Pepito con desprecio y respondió: "-No te metas en lo que no te importa, cerdito débil y miedoso. "El gato arisco añadió: "-Sí, aquí solo sobrevive el más fuerte".
Pepito sintió cómo su corazón se encogía ante las palabras hirientes de sus nuevos amigos. Pero en lugar de rendirse, decidió demostrarles que estaba equivocados. Así que propuso una competencia para resolver sus problemas sin violencia. "-Escuchen todos", dijo Pepito con determinación.
"-Voy a organizar unos juegos en los cuales cada uno podrá mostrar su habilidad y destreza sin lastimarse entre sí". Los animales aceptaron el desafío por curiosidad y porque pensaban que sería fácil vencer al pequeño e indefenso cerdo.
El primer juego fue una carrera de velocidad. El perro gruñón estaba seguro de que ganaría, pero se distrajo con un hueso y no llegó a la meta.
Pepito, en cambio, corrió tan rápido como pudo y cruzó la línea de llegada en primer lugar. "-¡Increíble! ¡Ese cerdito es más veloz de lo que imaginaba!", exclamó el gato arisco sorprendido. El segundo juego fue una competencia de saltos.
El gallo bravucón estaba convencido de que sus alas le darían ventaja sobre los demás. Pero cuando intentó volar alto, olvidó que era un ave grande y torpe, y solo logró dar unos cuantos saltitos.
Mientras tanto, Pepito dio un salto gigante gracias a sus poderosas patas traseras y ganó el juego nuevamente. "-Este cerdo es más fuerte y ágil de lo que creía", reconoció el gallo bravucón con asombro. Finalmente, llegaron al último juego: una prueba de inteligencia.
Todos los animales estaban seguros de que Pepito no podría superarlos en esto. Sin embargo, el cerdito demostró tener una mente astuta e inventiva al resolver acertijos complicados y descubrir soluciones ingeniosas para los problemas planteados.
Al finalizar los juegos, todos los animales aplaudieron emocionados a Pepito por su valentía y habilidades únicas. Incluso el perro gruñón, el gato arisco y el gallo bravucón reconocieron su error al subestimar al pequeño cerdito. "-Pepito", dijo el perro gruñón con humildad, "-te pedimos disculpas por haber sido tan malos contigo.
Nos has demostrado que el tamaño y la fuerza no son lo más importante, sino la determinación y el espíritu de superación". Desde ese día, Pepito se convirtió en un ejemplo para todos los animales de la granja.
Aprendieron a valorar las habilidades únicas de cada uno y a trabajar juntos para resolver sus diferencias. Y así fue como el cerdito Pepito logró cambiar la forma en que los animales veían las peleas.
A partir de ese momento, decidieron solucionar sus problemas a través del diálogo y el respeto mutuo, aprendiendo que todos somos especiales a nuestra manera y que juntos podemos lograr grandes cosas.
FIN.