El cerdito valiente y el lobo amistoso



Había una vez un cerdito llamado Pipo que vivía en un pequeño bosque lleno de árboles altos y flores coloridas. Un día, mientras exploraba, se encontró con un lobo llamado Lucho, que estaba sentado sobre una roca y lucía un poco triste.

"¡Hola!", dijo Pipo con su voz alegre. "¿Por qué estás tan triste?".

Lucho lo miró sorprendido y respondió:

"Hola, pequeño cerdito. Estoy triste porque nadie quiere ser mi amigo. Todos huyen de mí por miedo a que los coma".

Pipo se llevó una patita a la barbilla y se quedó pensando. "¡Eso es muy injusto! Yo no te conozco bien y aún así, no tengo miedo de ti. Me gustaría conocerte mejor y tal vez podamos ser amigos".

Lucho miró a Pipo con curiosidad y, aunque al principio dudaba, no pudo evitar sonreír ante la propuesta del cerdito.

"¿De verdad? Eso sería genial, pero... ¿qué tal si en vez de ser amigos, te asusto para que huyas?".

Pipo, sin amedrentarse, contestó:

"Creo que no lo harás. No tienes aspecto de ser un lobo malo. Además, no haces nada malo al cerrar los ojos y parecer feroz. Ven, juguemos en el claro ese. ¡Te prometo que no me asustarás!".

Así fue como comenzaron a jugar juntos. Corrieron tras las mariposas, saltaron sobre los troncos y compartieron bellotas. Lucho, al sentirse aceptado, comenzó a olvidar su tristeza. Pipo se dio cuenta de que el lobo no era como lo habían pintado los demás animales del bosque. Era juguetón y amable.

Un día, mientras jugaban, el cielo se oscureció de repente y un fuerte viento comenzó a soplar. Pipo se asustó un poco y dijo:

"Lucho, creo que deberíamos refugiarnos bajo esa cueva".

Lucho miró a su amigo y, recordando el miedo que causaba, se le ocurrió una idea.

"¡No, espera! En vez de eso, puedo hacer un pequeño refugio con ramas y hojas, con tu ayuda, claro".

Juntos, comenzaron a recolectar ramas y hojas. Pipo, con su pequeño cuerpo, ayudaba a cargar las hojas, mientras que Lucho utilizaba su fuerza para amontonar las ramas. Pronto, habían construido un refugio sólido y cálido.

"¡Mirá lo que hicimos!", exclamó Pipo, lleno de emoción.

"Lo hicimos juntos", agregó Lucho, sonriendo.

Cuando la tormenta pasó, los animales del bosque salieron de sus escondites. Al ver a Pipo y Lucho juntos, comenzaron a murmurar.

"¿Esos dos?", dijo un conejo. "Pero si Lucho es un lobo, ¿cómo puede estar jugando con Pipo?".

"¡Mirad!", dijo una ardilla. "Pipo no tiene miedo de Lucho, y Lucho está ayudando a Pipo. Parece que ser amigo es más importante que las apariencias".

A partir de entonces, los otros animales empezaron a acercarse a la cueva. Se dieron cuenta de que Lucho no solo era un lobo, sino también un gran amigo que había demostrado valentía al ayudar a Pipo. Pipo, por su parte, mostró que ser valiente a veces significa cambiar la historia que uno escucha de los demás.

Con el tiempo, Pipo y Lucho se convirtieron en los mejores amigos del bosque, organizando juegos y aventuras con todos los demás animales. Así, el bosque dejó de lado los prejuicios y juntos aprendieron que la amistad puede florecer donde menos se espera.

Y así, el cerdito y el lobo vivieron felices, demostrando que las diferencias no importan cuando se trata de corazón y amistad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!