El cerdito viajero y la estrella lejana



Había una vez un cerdito llamado Tito que vivía en una granja muy colorida. Tito era un cerdito muy especial, porque no solo soñaba con jugar en el barro como sus amigos, sino que ansiaba explorar el espacio. Cada noche, se acostaba en su pequeño refugio y miraba al cielo, contando las estrellas y preguntándose qué habría en otros planetas.

"Mirá esos brillitos, qué lindos que son. Me gustaría ir a esos lugares lejanos y conocer qué hay allí" - decía Tito a su amigo el pato, quien siempre se reía de sus sueños.

"¿A dónde vas a ir vos, cerdito? ¡Si los espacios son para los cohetes!" - respondía el pato con una sonrisa.

Pero Tito no se desanimaba. Un día, mientras exploraba un rincón de la granja, encontró un antiguo mapa en un baúl de herramientas. El mapa tenía un dibujo de un cohete y palabras escritas en un idioma que no entendía bien, pero su imaginación voló instantáneamente.

"¡Este es el plano para construir un cohete!" - exclamó Tito emocionado, - “¡Voy a irme a otro planeta!"

Tito decidió que construiría el cohete. Fue a buscar ayuda. Primero, fue a ver a la vaca, que siempre tenía ideas creativas.

"Vaca, ¿puedes ayudarme a conseguir materiales para mi cohete?" - preguntó Tito.

La vaca, aunque dudosa, dijo:

"¡Claro que sí! Unos tablones de madera y un par de cajas de cartón serían de ayuda. ¿Qué más necesitas?"

Con la ayuda de vaca, Tito comenzó a reunir todos los materiales que pudo.

Después, se acercó al gallo, que tenía fama de ser el más sabio del corral.

"Gallo, necesito que me enseñes sobre el espacio, porque quiero irme a otro planeta" - le dijo Tito.

El gallo se rascó la cabeza y pensó.

"Puedo contarte sobre las estrellas y los planetas, pero preparate para escuchar muchas cosas que no creía. El espacio es muy peligroso, y se necesita mucha valentía y conocimiento para explorarlo".

Tito escuchó atentamente mientras el gallo le hablaba de la Tierra, la Luna y otros planetas. Aprendió que algunos planetas son cálidos, otros fríos, y que hay mucha distancia entre ellos.

Finalmente, con todos los materiales recolectados y mucha información, Tito trabajó durante días y noches construyendo su cohete. Cuando todo estuvo listo, hizo una pequeña ceremonia de despedida en la granja.

"Hoy es el día en que me convertiré en un aventurero del espacio" - dijo Tito, lleno de entusiasmo. Todos sus amigos le desearon suerte, aunque algunos se reían de él.

Con un gran suspiro, Tito se metió en su cohete y dijo:

"¡Listo! ¡Que comience la aventura!"

Apretó un botón de juguete que había conseguido, y, aunque no se movió un centímetro, su imaginación lo llevó a volar alto.

De repente, el cielo comenzó a girar. En su mente, Tito se veía como un astronauta que cruzaba el espacio, viendo planetas brillantes y estrellas danzantes. Vio un planeta lleno de nubes de colores, donde había criaturas diferentes que nunca había imaginado. Bailaron y jugaron en un campo de flores luminescentes y cada animal le presentó un nuevo juego.

Cuando finalmente decidió regresar a su granja, Tito entendió que aunque el espacio era maravilloso y lleno de sorpresas, su hogar también lo era. La aventura nunca termina si llevas tu curiosidad en el corazón.

"Seré un viajero del espacio sin necesidad de salir de aquí" - pensó mientras aterrizaba con su imaginación y sonreía al recordar cada instante vivido. Sus amigos lo esperaban, más sorprendidos que antes.

Desde ese día, Tito les contó a todos sobre su gran aventura en su mente, inspirando a sus amigos a soñar y a explorar su mundo, aunque fuera en la granja. Cada noche bajo las estrellas, se prometían nuevos sueños y aventuras.

Y así, el cerdito Tito nunca dejó de mirar al cielo, sabiendo que la curiosidad era su pasaporte para hacer del mundo, un lugar donde siempre hay algo nuevo por descubrir.

FIN.

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