El chico que no sabía jugar bien al fútbol



Había una vez un chico llamado Tomás que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. A Tomás le encantaba ver partidos de fútbol, pero cuando le tocaba jugar con sus amigos, se sentía muy inseguro. No sabía driblar, le costaba pasar la pelota y casi nunca hacía un gol. Sus amigos lo llamaban "Toti el torpe", lo que hacía que Tomás se sintiera aún más triste y avergonzado.

Un día, mientras Tomás caminaba por el parque, vio un grupo de chicos jugando en un torneo de barrio. Se notaba que todos disfrutaban y reían, pero él no se atrevería a acercarse. Sin embargo, una chica llamada Sofía se le acercó y le dijo:

"Che, ¿por qué no venís a jugar con nosotros?".

Tomás, nervioso, contestó:

"No sé jugar bien".

Sofía sonrió y le respondió:

"No importa, lo más divertido es jugar y aprender juntos!".

Con un poco de empuje de Sofía, Tomás decidió intentarlo. Al principio fue complicado, erró su primer pase y recibió algunas risas, pero también escuchó a Sofía decir:

"¡Eh, no te preocupes, todos empezamos así!".

Con el tiempo, Tomás se fue sintiendo más cómodo. Aprendió a recibir la pelota, a hacer un pase correcto, e incluso a tirar a portería. Sin embargo, aún no lograba marcar un gol y eso lo frustraba. Una tarde, mientras entrenaban, su amigo Julián le dijo:

"Tomás, no te enfoques solo en hacer goles. El fútbol se trata de disfrutar, de jugar en equipo".

Eso hizo que Tomás reflexionara. Comprendió que había olvidado lo que realmente importaba: la diversión y la amistad. Conrenovada motivación, siguió practicando y se volvió un mejor jugador, con el tiempo.

Llegó el día del torneo y el equipo de Tomás llegó a la final. El primer tiempo fue intenso. Al finalizar, el marcador estaba empatado 0 a 0. El entrenador les dio un consejo:

"Chicos, ¡jueguen con el corazón! No importa el resultado, den lo mejor de ustedes".

En el segundo tiempo, el equipo contrario anotó un gol. Tomás se sintió desanimado, pero Sofía lo alentó:

"Vamos, Toti, ¡no te rindas!".

Tomás se concentró y se dio cuenta que tenía compañeros con talento que también necesitaban que él se moviera. Decidió ayudar en defensa y al hacerlo, creó una jugada que generó una oportunidad para su equipo. Al fin, en la última jugada, el marcador estaba 1-0.

"¡Toti, pasame la pelota!" gritó Julián.

Con mucha decisión, Tomás le pasó la pelota, Julián dribló a un defensor y disparó. ¡Gol! El partido terminó 1-1. Se fueron a penales, y Tomás estaba ansioso. Pero su entrenador lo animó:

"Esto es solo un juego. Lo que importa es disfrutar, así que solo relájate".

Con más confianza, Tomás se colocó en la línea de la portería. El primer penal fue un éxito. Al final, su equipo ganó el torneo. Mirando a sus amigos saltar de alegría, Tomás se dio cuenta de lo que había logrado.

Ese día, Tomás no solo ganó un torneo, también descubrió que la verdadera victoria era haber jugado con sus amigos y pasarla bien.

"Gracias, lo pasé genial" les dijo a todos.

"Eso es lo que importa, Toti!" respondió Sofía.

Desde entonces, Tomás siguió jugando al fútbol, mejorando con cada partido, pero, sobre todo, aprendió que lo importante era la amistad y el juego en equipo. Y así, el chico que no sabía jugar bien se convirtió en uno de los mejores amigos dentro y fuera de la cancha.

FIN.

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