El Chile Hermoso
En un jardín colorido, lleno de flores de todo tipo, crecía un pequeño chile llamado Carmelo. Carmelo era distinto a los demás chiles; sus amigos, los tomates y las zanahorias, siempre decían que era un chile muy hermoso.
"Mirá cómo brilla tu piel roja, Carmelo, ¡sos el más lindo de todos!" - decía Rita la Tomate, mientras se acomodaba en su cama de tierra.
Carmelo sonreía, pero había algo en su interior que lo inquietaba. No se sentía como los demás, y aunque todos le decían lo hermoso que era, añoraba algo más. Él quería ser útil, hacer algo grande y importante.
Un día, mientras todos los vegetales tomaban un relajante baño de sol, una nube oscura cubrió el jardín. Carmelo se asustó y preguntó:
"¿Qué pasa, amigos?"
"Es el viento, Carmelo. Está trayendo una tormenta" - respondió Zoraida la Zanahoria, con un tono preocupante.
La tormenta llegó con una intensidad fuerte. Vientos y lluvias arrastraron a los vegetales, y Carmelo, buscando valor, exclamó:
"¡Necesitamos hacer algo! ¡No podemos dejar que la tormenta nos lleve!"
Los demás lo miraron con ojos grandes, pero se sentían inseguros. Sin embargo, Carmelo sintió que su deseo de ser útil lo llenaba de energía. A pesar de ser el más bonito, quería demostrar que su belleza no era todo lo que tenía.
"¡Vamos, todos juntos!" - gritó con toda su fuerza. "Nos tenemos que unir y construir un refugio".
Los amigos comenzaron a hilar un plan. Se unieron para recolectar ramas y hojas fuertes. Carmelo se movía de un lado a otro supervisando todos los movimientos.
"¡Esta hoja es muy débil!" - decía mientras ayudaba a encajar las ramas.
Cuando terminaron, lograron crear un refugio bastante sólido. Después de que la tormenta pasó, los amigos se miraron unos a otros, cansados pero felices.
"¡Lo hicimos!" - exclamó Rita, mirando a su alrededor.
Carmelo sonrió, sintiendo una calidez en su interior, y se le ocurrió una idea brillante:
"¿Y si utilizamos nuestras habilidades para hacer un gran plato de ensalada para los habitantes de nuestra ciudad?"
Los amigos se entusiasmaron con la idea. Juntos, recolectaron ingredientes del jardín y prepararon la mejor ensalada que se hubiera visto. Mientras se preparaban, Carmelo les decía lo importante que era cada uno.
"Sin ustedes, Rita y Zoraida, esto no sería lo mismo. Cada uno tiene su propio valor y belleza" - explicó Carmelo.
Finalmente, llevaron la ensalada al mercado. Todos los que pasaban se detenían a admirar el brillo de la ensalada.
Un chef famoso, que caminaba por el mercado, se acercó curioso y probó un poco.
"¡Es deliciosa!" - exclamó. "¿Quieren que la incluya en mi restaurante?"
Carmelo y sus amigos se miraron emocionados. Nunca imaginaron que su unión traería tanto reconocimiento.
"Así que la belleza no solo está en lo que vemos, ¡sino en lo que hacemos juntos!" - dijo Carmelo con alegría.
El tiempo pasó, y Carmelo se convirtió en un conocido en la ciudad, no solo por su apariencia, sino por su valentía y amistad. Y aunque siempre fue el chile más hermoso del jardín, también se había convertido en el más valioso.
"La verdadera belleza está en la generosidad y el trabajo en equipo" - les decía a otros vegetales que llegaban al jardín.
Carmelo entendió que su deseo de ser útil y ayudar a los demás lo había llenado de un brillo aún más especial que el de su piel roja. Así, todos aprendieron que la verdadera belleza vive en lo que hacemos por los otros, y siempre hay una forma de ayudar.
Y así, el jardín siguió creciendo hermoso y lleno de color, gracias al chili, a sus geniales amigos, y sobre todo, a la magia del trabajo en equipo.
FIN.