El Chiste del Año en el Patio del Recreo



Era un día soleado en la escuela primaria 'Los Sueños', y el patio del recreo estaba lleno de risas de niños que jugaban. En el centro de la atención estaba Lucas, un niño conocido por sus chistes y ocurrencias.

"¿Sabías que el libro de matemáticas se deprimió?" - preguntó Lucas con una sonrisa."¿Por qué?" - preguntó Sofía, curiosa."¡Porque tenía demasiados problemas!" - exclamó Lucas, provocando risas entre todos los que lo rodeaban.

Sin embargo, a veces, los chistes de Lucas se convertían en burlas hacia sus compañeros, aunque él no se diera cuenta. Un día, llegó un nuevo estudiante llamado Tomás, que era un poco más tímido y reservado.

"¡Mirá a Tomás! Parece un pingüino!" - gritó Lucas, sin pensar. Todos se rieron, pero Tomás se sintió incómodo. Esa tarde, después de la escuela, Tomás decidió que no quería regresar al día siguiente.

Al día siguiente, las risas continuaron, pero había un silencio palpable cuando Tomás entró en el aula. Su actitud cambió. Lucas, al darse cuenta de cómo se sentía Tomás, se sintió mal, pero no sabía cómo arreglarlo.

"Tomás, ¿qué te pasó?" - le preguntó Sofía, viendo su mirada triste. "No sé... creo que no quiero ir más a la escuela" - respondió Tomás con voz baja.

Lucas, dándose cuenta del daño que había causado, se acercó a Tomás.

"Perdón, no quise hacerte sentir mal. No sabía que mis palabras dolían" - dijo Lucas, apenado. "Sé que soy un poco tonto con los chistes, pero me gustaría ser tu amigo" - continuó.

Tomás miró a Lucas, sorprendido.

"¿De verdad?" - preguntó, con los ojos llenos de dudas. "Sí, prometo que seré más cuidadoso con lo que digo" - contestó Lucas con sinceridad.

Desde ese día, Lucas y Tomás comenzaron a charlar y a compartir sus pasiones. Lucas aprendió a usar su sentido del humor para alegrar a los demás, sin herir a ninguno, mientras que Tomás se sentía más seguro hablando con sus compañeros.

La semana siguiente, Lucas tuvo una idea. Decidió organizar un concurso de chistes en el recreo.

"¡Chicos, vamos a hacer el primer campeonato de chistes de la escuela! ¡El ganador se llevará un gran premio!" - anunció Lucas, emocionado. Todos se animaron.

"¿Y si yo participo?" - preguntó Tomás, un poco inseguro.

"¡Claro! ¡Quiero escuchar los mejores chistes!" - dijo Lucas con entusiasmo, apoyando a su nuevo amigo.

El día del concurso, el patio estaba lleno. Lucas presentó a cada participante con entusiasmo. El primer lugar lo ganó Sofía, que lanzó una broma fabulosa que hizo reír a todos.

"¡Nunca más me voy a reír de mis amigos sin antes saber cómo se sienten!" - proclamó Lucas al final del concurso, mientras la multitud aplaudía.

A partir de ese día, Lucas no solo aprendió a ser más amable, sino también a ser un buen oyente, y Tomás se liberó de su timidez gracias a la amistad genuina que nació entre ellos. Juntos, hicieron de la escuela un lugar más divertido y respetuoso para todos.

Así, el auténtico sentido del humor iba más allá de las risas, ayudando a construir lazos de amistad fuertes y sanos entre los compañeros. Al final, Lucas se convirtió en el maestro del humor, y Tomás, su gran compañero en las ocurrencias.

"¿Sabías que los chistes son como un boomerang?" - bromeó Lucas al final del año. "Porque siempre regresan, así que mejor que sean buenos" - y todos rieron, esta vez con un chiste que unía, no separaba.

Y así, los niños aprendieron que la verdadera gracia del humor radica en hacer sonreír a los demás, sin olvidarse de ser siempre respetuosos, ¡y que las risas son más bonitas cuando se comparten!

FIN.

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