El Chorizo Celular y el Jardín de Colores



En un pequeño pueblo, donde la tierra siempre estaba cubierta de flores y el aire olía a buena comida, vivía un anciano chorizo celular llamado Don Chori. Era un chorizo diferente a todos los demás. Tenía la piel de un negro brillante y algunas manchas verdes que lo hacían lucir bastante peculiar, pero a él le gustaba ser único.

Un día, mientras Don Chori reposaba sobre un viejo mueble de cocina, escuchó a dos pequeños amigos, Lila y Mateo, que se acercaban al mercado.

"¿Ves ese chorizo?" - dijo Lila, apuntando con su dedito "Es raro, me da un poco de miedo." -

"A mí me parece que tiene algo especial. Vamos a preguntarle de dónde viene" - contestó Mateo con curiosidad.

Los niños se acercaron a Don Chori, que se sentía un poco solo y temía que nunca lo escogerían para la cena.

"Hola, pequeños!" - saludó Don Chori, con su voz suave y amable "No tienen por qué tener miedo. Soy solo un chorizo con muchas historias que contar."

"¿Historias? ¡Contanos!" - exclamó Lila, emocionada.

Don Chori empezó a narrarles su historia. Les contó cómo había sido creado por un experto carnicero, que siempre ponía amor y alegría en cada uno de sus productos. También les habló de los festivales en los que había participado, donde había hecho reír a muchos con sus locuras y bailes.

"He viajado a muchos lugares, siempre buscando hacer amigos y alegrar las mesas. Pero el secreto de mi felicidad está en compartir mis aventuras. ¿Quieren escuchar más?" - dijo mientras se acomodaba, listo para relatar.

"¡Sí!" - gritaron Lila y Mateo al unísono.

Así que Don Chori comenzó a contarles sobre su viaje a la Feria de Comida Gourmet, donde había conocido a una salchicha italiana y a un chorizo español. Ellos le habían enseñado a preparar una deliciosa paella, y juntos habían hecho un festín de sabores.

Sin embargo, en medio del relato, una sombra oscureció el cielo.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Mateo, asustado.

Don Chori miró hacia arriba y vio que era un granizón que venía volando, buscando algún lugar donde aterrizar.

"¡Peligro!" - gritó Lila "¡Debemos correr!" -

Pero Don Chori se quedó en su lugar, sintiéndose importante por primera vez en mucho tiempo.

"Espera, niños. No debemos tener miedo. ¡Con su ayuda puedo hacer algo!" -

"¿Qué vamos a hacer, Don Chori?" - preguntó Mateo, temblando.

"Soy un chorizo fuerte y valiente. Pero nunca lo sabremos si no lo intentamos juntos. ¡Unámonos!" -

Los niños, sorprendidos, decidieron ayudar a Don Chori. Juntos, empezaron a hacer ruidos divertidos para distraer al granizón.

"¡Fiuuu! ¡Fiuuu!" - gritaban mientras Don Chori movía su cuerpo como una serpiente. El granizón, al verse entretenido, dejó de volar enredado en su propio juego de nubes.

Sintiendo que había logrado algo increíble, Don Chori sonrió.

"¡Lo logramos! ¡Hicimos que se riera! ¡Los amigos pueden hacer cosas maravillosas!" -

El granizón, agradecido, dejó caer algunas gotas de agua que llenaron de vida el jardín de flores del pueblo. El aroma, ahora más fresco, envolvió a los niños y al chorizo.

"Gracias, Don Chori" - dijo Lila con los ojos brillantes "Nunca pensé que un chorizo pudiera ser tan especial." -

"Y yo nunca imaginé que tendría amigos tan valientes como ustedes. Recuerden, nunca que su apariencia define su valor. ¡Lo que importa es el corazón!" - cerró Don Chori, sintiéndose más lleno de vida que nunca.

Desde entonces, Don Chori no solo fue un chorizo más en el mercado, sino un amigo querido por todos en el pueblo, quien sabía que compartir sus historias podía llevar alegría a otros y, a veces, hasta salvar el día.

FIN.

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