El Ciclista del Valle Verde



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y campos verdes, un niño llamado Lucas. A Lucas le encantaba montar su bicicleta por el campo. Cada mañana, mientras el sol comenzaba a asomarse, él se subía a su bici y recorría senderos llenos de flores y árboles. Lucas soñaba con aventuras, y cada paseo era una oportunidad mágica.

Un día, mientras pedaleaba cerca de un arroyo, escuchó un sonido extraño. Era un murmullo que venía de un arbusto grande. Curioso, Lucas se detuvo y se acercó. Al apartar las ramas, descubrió a una pequeña ardilla atrapada en un hilo de nylon.

"¡Oh no, pobrecita!" - dijo Lucas con preocupación.

Con cuidado, usó su muñeca para liberar a la ardilla. "Ahí tienes, ya estás libre, pequeña amiga" - le dijo al animalito que, después de un momento de confusión, saltó alegremente y desapareció entre los árboles.

Al continuar su camino, Lucas se sintió muy bien por haber ayudado a la ardilla. Sin embargo, mientras avanzaba, se encontró con un grupo de chicos que estaban intentando hacer una carrera de bicicletas. Ellos tenían un circuito preparado con obstáculos.

"¡Hola, vení a correr con nosotros!" - le gritaron entusiasmados.

Lucas se sintió nervioso. Era un buen ciclista, pero nunca había competido antes. "No sé si soy lo suficientemente rápido..." - respondió tímidamente.

"No te preocupes, el objetivo es divertirnos. ¡Solo es una carrera amistosa!" - lo animaron los chicos.

Así que Lucas decidió unirse a ellos. La carrera comenzó y Lucas sintió la adrenalina recorrer su cuerpo mientras pedaleaba con todas sus fuerzas. Pero, de repente, se dio cuenta de que los chicos de adelante estaban teniendo problemas. Uno de ellos, Juan, se había caído porque chocó con una piedra.

"¡Juan! ¿Estás bien?" - gritó Lucas frenando de golpe.

"Creo que me duele un poco la rodilla" - dijo Juan mientras trataba de levantarse.

Lucas miró a los otros chicos que estaban discutiendo entre ellos, preocupados por la carrera.

"Chicos, debemos ayudarlo. La carrera puede esperar" - expresó Lucas con determinación.

Los demás, sorprendidos por la valiente decisión de Lucas, comenzaron a acercarse. "Tenés razón, lo más importante es que esté bien" - añadió Sofía, una de las chicas.

Así que todos se unieron para ayudar a Juan. Le limpiaron la herida y le ofrecieron su apoyo. Después de unos minutos, Juan se sintió mejor y pudo volver a montar su bicicleta. "Gracias, chicos, son unos amigos geniales" - les dijo con una sonrisa.

En ese momento, Lucas se dio cuenta de que la verdadera victoria no estaba en ganar la carrera, sino en ser solidarios y cuidar los unos de los otros. Regresaron al circuito y decidieron hacer una nueva carrera, pero esta vez en equipos. "La próxima vez, correremos juntos y ganaremos como equipo" - propuso Lucas, animando a sus amigos.

Todos estuvieron de acuerdo. Aquella tarde, no solo habían disfrutado de la bici, sino que también habían aprendido una valiosa lección sobre la amistad y la colaboración.

Desde ese día, Lucas no solo se convirtió en un gran ciclista, sino también en un líder. Organizó paseos en bicicleta por el campo donde siempre promovía la ayuda mutua. Cada nuevo recorrí con sus amigos se transformó en una aventura llena de risas y compañerismo.

Y así, Lucas siguió recorriendo los hermosos senderos del valle verde, ayudando siempre a quienes lo necesitaban y disfrutando de su pasión por la bicicleta.

Porque ser valiente y solidario, siempre es la mejor carrera que uno puede correr.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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