El ciclo mágico del agua



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Agua Cristalina, dos amigos muy curiosos y aventureros: Mateo, un niño con pecas traviesas y ojos brillantes, y Mariam, una niña de trenzas largas y risa contagiosa.

Un día soleado, mientras jugaban en el parque cerca del río, Mateo notó que Mariam miraba fijamente el agua que fluía. "¿Qué te pasa, Mariam? ¿Por qué estás tan concentrada en el río?" preguntó Mateo con curiosidad.

Mariam levantó su mirada hacia Mateo y respondió: "Estoy pensando de dónde viene toda esta agua y a dónde va. "Mateo sonrió emocionado al escuchar la pregunta de su amiga.

Él siempre había sido un apasionado por la naturaleza y sabía mucho sobre el ciclo del agua. Decidió entonces explicarle todo lo que sabía a Mariam para que ella también pudiera entenderlo. "Mira, Mariam", comenzó Mateo con entusiasmo, "todo empieza cuando el sol calienta el agua del río y la convierte en vapor.

"Mariam abrió los ojos sorprendida mientras escuchaba atentamente a su amigo. "¿En vapor? ¡Eso es increíble!"Mateo asintió con una sonrisa y continuó: "Sí, luego ese vapor sube al cielo formando nubes.

Y cuando las nubes están muy cargadas de vapor, comienzan a enfriarse y es ahí donde se produce la magia. "Mariam estaba fascinada por cada palabra que salía de la boca de Mateo.

"¡Es como si las nubes fueran fábricas mágicas de lluvia!"Mateo rió ante la ocurrencia de su amiga y agregó: "Exactamente, Mariam. Y cuando las nubes ya no pueden retener más agua, empieza a llover. "En ese momento, unas gotas empezaron a caer sobre sus cabezas.

Los dos amigos rieron emocionados mientras sentían las gotas frescas en sus rostros. "¡Es como si la naturaleza nos estuviera demostrando en vivo lo que me estás contando!" exclamó Mariam emocionada.

Mateo asintió feliz por haber logrado explicarle el ciclo del agua a su amiga de una manera tan divertida e inspiradora. Juntos siguieron jugando bajo la lluvia mientras aprendían más sobre la maravillosa naturaleza que los rodeaba.

Y así, entre risas y juegos bajo la lluvia, Mateo enseñó a Mariam una importante lección: que incluso los procesos más complejos pueden ser comprendidos si se explican con amor y creatividad.

Y desde ese día, cada vez que veían llover juntos recordaban aquel momento especial en el que descubrieron juntos el mágico ciclo del agua.

FIN.

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