El Ciclope del Bosque Encantado
En un pequeño pueblo llamado Arbolito, rodeado de un espeso bosque, vivía un joven llamado Tomás. Era un chico curioso y aventurero, a quien le encantaba explorar los misterios de la naturaleza. Un día, mientras caminaba por el bosque, escuchó un extraño sonido que provenía de una cueva oscura.
"¿Qué será eso?" - se preguntó Tomás, decidido a averiguarlo.
Sin dudarlo, se acercó a la cueva. Como el tiempo apremiaba, decidió entrar. Al entrar, quedó impresionado por la belleza de las estalactitas que brillaban a la luz de su linterna. Pero también se dio cuenta de que había alguien más allí. Un enorme ciclope, de un solo ojo brillante como una estrella, estaba sentado en el fondo de la cueva, mirando un viejo libro.
"¡Hola!" - gritó Tomás, algo asustado pero intrigado.
El ciclope levantó la vista, sorprendido.
"Hola, pequeño. No quiero hacerte daño, solo estoy leyendo" - respondió el ciclope, su voz era profunda pero amable.
Tomás, cada vez menos asustado, se acercó un poco más.
"¿Por qué vives aquí, solo?" - preguntó.
"Mi nombre es Óscar, y vivo aquí porque en el pueblo me temen. Todos creen que soy malo solo por mi apariencia. Pero soy un buen amigo, aunque no tenga muchos amigos" - dijo Óscar con tristeza.
Tomás sintió pena por el ciclope, y decidió que debía hacer algo para ayudarlo. Así que ideó un plan.
"Voy a presentarte a mis amigos en el pueblo. Ellos no te conocerán, y podrán ver lo amable que sos" - dijo Tomás con determinación.
Óscar lo miró sorprendido.
"¿Crees que eso funcione?" - preguntó, un poco escéptico.
"¡Claro que sí! Ellos también necesitan aprender a no juzgar a otros por su apariencia. Todos merecemos una oportunidad" - respondió Tomás entusiasmado.
Al día siguiente, Tomás llevó a Óscar al pueblo. La gente miraba al ciclope con miedo al principio, pero Tomás se le acercó y dijo:
"¡Hola a todos! Les presento a mi nuevo amigo, Óscar. No solo es un ciclope, sino que también es muy amable y tiene un gran corazón".
Los aldeanos estaban nerviosos, pero Tomás siguió hablando.
"Cada uno de nosotros tiene algo que ofrecer. No podemos juzgar a alguien solo porque se vea diferente. ¡Vamos, hablemos con Óscar!" - instó Tomás, mostrando su valentía.
Poco a poco, los aldeanos empezaron a acercarse. Algunos tenían miedo, pero muchos otros comenzaron a sonreír. Óscar comenzó a contar historias sobre sus aventuras en el bosque.
"He conocido a los lémures, y también a los pájaros más bellos que puedan imaginar" - relataba Óscar.
Los niños se acercaron, fascinados por las historias y risas que resonaban. Todos olvidaron que había un ciclope frente a ellos; solo veían a un nuevo amigo.
Así, a través de las historias y juegos, el pueblo se dio cuenta de que Óscar era un ser generoso y divertido. Con el tiempo, todos comenzaron a aceptarlo.
"Gracias, Tomás. Nunca pensé que podría tener amigos en el pueblo" - dijo Óscar con lágrimas de felicidad en sus ojos.
"Siempre, Óscar. La amistad se construye con el corazón, no con los ojos" - le respondió Tomás con una sonrisa.
Desde ese día, Óscar y Tomás se volvieron inseparables. El ciclope ayudaba a los aldeanos en el bosque, y los niños lo visitaban constantemente para escuchar sus cuentos. Fue así como el miedo se transformó en amistad, y el pueblo de Arbolito se volvió un lugar donde la diversidad se celebraba y la amabilidad siempre reinaba.
Así, el joven Tomás, con su valentía y empatía, demostró que las apariencias no importan y que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados.
FIN.