El ciervo de la nieve



Había una vez un hermoso bosque cubierto de nieve donde vivían muchos ciervos felices. En ese mismo bosque, también había un grupo de niños que amaban jugar en la nieve y disfrutar del invierno.

Un día, los niños decidieron construir un gran trineo para deslizarse por las colinas nevadas. Estaban emocionados y llenos de energía mientras buscaban el lugar perfecto para lanzarse hacia abajo.

Mientras tanto, en otro rincón del bosque, un pequeño ciervo llamado Benito se sentía muy triste. Benito era diferente a los demás ciervos; sus cuernos no crecían como deberían y esto lo hacía sentir inseguro. Benito pasaba sus días solo, observando a los otros ciervos correr y saltar con alegría.

Soñaba con ser tan ágil como ellos, pero su miedo a ser rechazado le impedía acercarse. Un día, mientras Benito estaba caminando por el bosque sintiendo su soledad, escuchó risas provenientes de la distancia.

Se acercó sigilosamente hacia donde provenían los sonidos y vio a los niños divirtiéndose en su trineo recién construido. El corazón de Benito se llenó de emoción al ver cómo esos pequeños humanos disfrutaban tanto del invierno. Sin pensarlo dos veces, decidió acercarse lentamente al grupo.

Los niños notaron al tímido ciervo acercándose y quedaron sorprendidos por su presencia. Con curiosidad e inocencia natural, uno de ellos extendió la mano hacia Benito para ofrecerle amistad.

"¿Quieres jugar con nosotros, ciervo?", preguntó el niño con una sonrisa. Benito, aunque nervioso, asintió tímidamente y se acercó aún más. Los niños le dieron la bienvenida al grupo y pronto comenzaron a disfrutar juntos de la diversión en la nieve.

El trineo era grande y podían subirse varios niños a la vez. Benito se sintió valiente y decidió subir también. Todos estaban emocionados mientras se deslizaban por las colinas nevadas, riendo y gritando de alegría.

A medida que pasaba el tiempo, Benito dejó de sentirse diferente. Aprendió que no importa cómo sean nuestras diferencias externas, lo importante es encontrar amigos verdaderos que nos acepten tal como somos. Los días siguientes fueron llenos de risas y juegos para Benito y los niños del bosque.

Juntos descubrieron nuevas aventuras en medio del invierno mágico. Con el paso del tiempo, Benito creció fuerte y seguro de sí mismo gracias al amor y apoyo de sus nuevos amigos humanos.

Siempre recordaría aquellos momentos especiales en los que encontró su lugar en el mundo rodeado de risas y buenos recuerdos.

Y así fue como un pequeño ciervo llamado Benito encontró la felicidad en un bosque cubierto de nieve junto a unos maravillosos niños que le enseñaron el valor de ser uno mismo sin importar las diferencias.

FIN.

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