El Ciervo Perdido y la Noche de Luna
Era una hermosa noche de luna llena, y en el bosque, donde los árboles altos se mecían al ritmo de la suave brisa, apareció una cría de ciervo. Estaba asustada, mirando a su alrededor con sus grandes ojos, preguntándose dónde estaba su mamá.
"- ¡Mamá!", llamó con su vocecita temblorosa, pero solo el viento le respondió. El pequeño ciervo decidió que debía encontrarla, así que comenzó a caminar.
Mientras tanto, en una casa cercana, un niño llamado Lucas estaba en su habitación. A través de la ventana, pudo ver la luna iluminando el bosque. Intrigado por la luz, decidió salir a investigar.
"- ¡Qué noche tan hermosa!", pensó Lucas, y se puso su abrigo.
Al llegar al bosque, siguió el sendero de la luna hasta que ligeramente escuchó algo. Se acercó más y, para su sorpresa, encontró al ciervo.
"- Hola, pequeño. ¿Estás perdido?", le preguntó Lucas entusiasmado.
"- ¡Sí!", respondió el ciervo. "- No sé dónde está mi mamá. La estaba siguiendo, pero me perdí entre los árboles."
"- No te preocupes", dijo Lucas. "- La luna nos iluminará el camino. Buscaré contigo."
Juntos, caminaron por el bosque iluminado, con la luna como su guía. En su viaje, encontraron maravillas: luciérnagas danzantes, flores que brillaban suavemente y sonidos de animales nocturnos. Pero a medida que avanzaban, Lucas se dio cuenta de que el ciervo no podía ir demasiado lejos de su casa.
"- Me pregunto si hay alguna manera de que podamos saber hacia dónde ir", reflexionó Lucas en voz alta.
El ciervo miró a su alrededor con atención. De repente, se le ocurrió una idea. "- ¡Puedo seguir el olor de mi mamá! Sé cómo huele."
"- ¡Genial!", exclamó Lucas. "- Sigamos tu olfato entonces."
Así, el pequeño ciervo comenzó a olfatear el aire, tomando pistas del aroma de su madre. Mientras seguían el rastro, se encontraron con una tortuga que despertaba de su sueño.
"- ¿Qué les pasa, amigos?", preguntó la tortuga mientras estiraba sus patas con lentitud.
"- Estamos buscando a la mamá del ciervo", explicó Lucas. "- ¿La has visto?"
"- Hace un tiempo vi un ciervo más grande por acá, en dirección a la luz del claro", dijo la tortuga.
"- ¿Podrías guiarnos?", preguntó el ciervo.
La tortuga rió. "- Seguro, pero soy un poco lenta. Sigan mi ritmo."
Así que Lucas y el ciervo siguieron a la tortuga, quienes cada vez más cerca del claro. Con el tiempo, la luna iluminó un hermoso lugar donde los rayos se reflejaban entre las ramas. Allí, de pie, estaba la mamá ciervo.
"- ¡Mamá!", gritó el pequeño ciervo y corrió hacia ella con temor y alegría al mismo tiempo.
"- ¡Te estaba buscando, querido!", dijo la mamá ciervo, abrazándolo con cariño.
Lucas observaba con una enorme sonrisa. Había logrado ayudar al ciervo a volver a casa.
"- Gracias, niño. Tú has sido muy valiente y amable", le dijo la mamá ciervo. "- Le enseñaste a mi pequeño que siempre hay esperanza, incluso en la oscuridad."
Lucas sonrió, sintiéndose orgulloso. Se despidió de la familia ciervo y comenzó a regresar a casa bajo la luz de la luna.
Mientras caminaba, reflexionó sobre su aventura. "- Durante la noche, incluso los que están perdidos pueden encontrar su camino de regreso con un poco de ayuda y amistad”, pensó.
Esa noche, Lucas aprendió que a veces perderse no es tan malo, siempre que tengas amigos que te ayuden en el camino. Regresó a casa con el corazón lleno de felicidad y una historia inolvidable para contar, una que siempre recordaría cada vez que mirara la luna llena.
Fin.
FIN.