El Circo de Halloween


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, donde todos los habitantes vivían en armonía y alegría.

En ese lugar, cada año se celebraba una gran fiesta de Halloween, donde las calles se llenaban de risas y coloridos disfraces. En la víspera de Halloween, el cielo se oscureció repentinamente y comenzó a soplar un fuerte viento. Los árboles se doblaban y las hojas volaban por todas partes.

Los niños que estaban preparando sus disfraces para la noche quedaron sorprendidos por la inesperada tormenta. Entre esos niños estaba Lucas, un niño curioso y valiente que soñaba con ser payaso.

A pesar del mal tiempo, Lucas decidió salir a pasear por el pueblo para ver cómo estaban los preparativos para la fiesta de Halloween. Mientras caminaba bajo la lluvia, Lucas notó algo extraño: los carteles anunciando la fiesta habían desaparecido misteriosamente. Preocupado por lo sucedido, decidió buscar ayuda en el circo del pueblo.

Al llegar al circo, encontró a Coco el payaso triste y preocupado. Coco le explicó a Lucas que alguien había robado todos los carteles de Halloween y sin ellos nadie sabría dónde era la fiesta.

Lucas no podía creerlo ¡La fiesta estaba en peligro! Decidido a resolver este problema, propuso a Coco ir casa por casa invitando personalmente a cada uno de los habitantes del pueblo. Con paraguas en mano y valentía en sus corazones, Lucas y Coco comenzaron su misión.

Golpeaban puertas y ventanas, y con una gran sonrisa invitaban a todos a la fiesta. A pesar de la tormenta, las personas se emocionaban al recibir la invitación y prometían asistir.

La noche de Halloween finalmente llegó, y aunque el cielo aún estaba nublado, el pueblo se llenó de luces y risas. Los niños desfilaban con sus disfraces más creativos mientras los adultos admiraban su ingenio.

En medio de la fiesta, Lucas vio algo que llamó su atención: un grupo de payasos tristes que observaba desde lejos. Decidió acercarse y descubrió que eran los payasos del circo del pueblo. Ellos también habían perdido sus carteles para anunciar el espectáculo.

Lucas tuvo una idea brillante: juntar a todos los niños disfrazados para hacer un desfile hasta el circo y así ayudar a los payasos. Todos aceptaron emocionados y comenzaron a caminar por las calles del pueblo en dirección al circo.

Al llegar, se encontraron con una sorpresa maravillosa: cada uno de los habitantes había llevado consigo un cartel hecho por ellos mismos para reemplazar los que habían sido robados. La alegría volvió al rostro de Coco y sus compañeros payasos.

Esa noche, el circo fue testigo del talento innato de Lucas como payaso. Con su creatividad e imaginación logró sacar sonrisas en cada uno de los presentes.

Desde aquel día, Villa Feliz aprendió una valiosa lección sobre la importancia de trabajar juntos ante las adversidades. La tormenta no pudo arruinar su fiesta ni su espíritu de comunidad.

Y así, cada año, en la víspera de Halloween, el pueblo celebra una gran fiesta donde los niños disfrazados y los payasos se unen para recordar aquel día en que la tormenta no pudo apagar su alegría.

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