El Circo de la Generosidad



Había una vez un circo muy especial llamado "Circo Alegría", que recorría el país llevando risas y diversión a todos los niños y niñas.

En este circo, no solo se presentaban increíbles acróbatas, payasos y malabaristas, sino que también tenían un propósito más grande: regalar alegría a aquellos que más lo necesitaban. El dueño del circo, Don Emilio, era un hombre amable y generoso que había dedicado su vida a hacer sonreír a los demás.

Un día, mientras viajaban hacia la próxima ciudad donde se presentarían, el camión del circo se averió en medio de la ruta. - ¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora? -exclamó Don Emilio preocupado.

Los artistas y trabajadores del circo se miraron entre ellos con incertidumbre. Sin embargo, pronto recordaron la lección más importante que habían aprendido en el Circo Alegría: siempre hay una solución si trabajamos juntos y mantenemos una actitud positiva.

- ¡Tranquilo jefe! Seguro encontraremos una forma de llegar a tiempo para la función -dijo Pepito el payaso con optimismo. Así fue como todos se organizaron para empujar el camión averiado hasta un pueblo cercano donde pudieran arreglarlo.

Mientras esperaban, decidieron aprovechar el tiempo para llevar algo de alegría a los niños del lugar. - ¡Vamos chicos! ¿Qué les parece si hacemos una pequeña función improvisada aquí mismo? -propuso María la trapecista.

Los niños del pueblo no podían creer su suerte al ver aparecer a los artistas del Circo Alegría. Pronto estaban riendo y aplaudiendo ante las increíbles habilidades de los malabaristas, la destreza de los equilibristas y por supuesto, las divertidas ocurrencias de Pepito el payaso.

Al finalizar la función improvisada, los niños rodearon a Don Emilio para darle las gracias con enormes sonrisas en sus rostros. - ¡Gracias por traernos tanta alegría! Ustedes son increíbles -dijo uno de los niños emocionado.

Don Emilio sintió su corazón lleno de felicidad al ver la alegría que habían llevado al pequeño pueblo. Fue entonces cuando comprendió que no importaba si llegaban o no a tiempo para la función programada; lo más importante era poder regalar momentos especiales como ese a quienes más lo necesitaban.

Finalmente, con el camión arreglado y listos para partir hacia su próximo destino, el Circo Alegría continuó su travesía por todo el país llevando consigo risas, diversión y sobre todo mucha alegría para todos los niños y niñas que tuvieran la fortuna de cruzarse en su camino.

Porque como decían en ese maravilloso circo: "La verdadera magia está en compartir nuestra alegría con los demás".

FIN.

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