El circo de la profesora Rossana
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Inglesita, una profesora de inglés un tanto peculiar llamada Rossana. Aunque parecía ser una mujer completamente normal y educada, tenía ciertos rasgos de locura que la hacían única.
Rossana siempre llevaba consigo un sombrero extravagante con plumas coloridas y gafas grandes y redondas. Su estilo de vestir era tan excéntrico como ella misma, combinando colores brillantes y estampados atrevidos.
Sus alumnos nunca sabían qué esperar cada día cuando entraban a su salón de clases. Un día, los niños llegaron a la escuela emocionados porque habían escuchado rumores sobre una actividad especial que la profesora Rossana había planeado para ellos.
Al entrar al salón, se encontraron con algo inesperado: ¡un gran circo! Los pupitres habían sido reemplazados por malabaristas haciendo piruetas, trapecistas volando por el aire y payasos haciendo reír a todos con sus bromas. Los niños no podían creer lo que veían.
"¡Bienvenidos al Circo del Inglés!" exclamó Rossana con entusiasmo mientras aplaudía junto a sus alumnos sorprendidos. "Hoy aprenderemos inglés de una manera divertida e inolvidable".
Durante las siguientes semanas, Rossana transformó su clase en todo tipo de lugares mágicos: desde un bosque encantado hasta un barco pirata en busca del tesoro perdido. Cada día era una nueva aventura lingüística para los estudiantes. Pero lo más sorprendente fue cuando Rossana les enseñó a sus alumnos cómo hablar inglés utilizando canciones.
Organizó un gran concierto en el patio de la escuela, donde los niños cantaron y bailaron al ritmo de sus canciones favoritas en inglés.
"-Uno, dos, tres, let"s sing!" exclamó Rossana mientras dirigía a los alumnos con su peculiar estilo de baile. Los padres y vecinos se acercaban para ver el espectáculo y no podían creer lo que veían. Los niños estaban disfrutando tanto del inglés que olvidaron por completo que estaban aprendiendo.
Con el tiempo, los estudiantes comenzaron a hablar inglés con fluidez y confianza. Se volvieron tan buenos en el idioma que incluso ganaron un concurso regional de intercambio cultural. Rossana estaba orgullosa de sus alumnos y sabía que había logrado algo especial.
Les había enseñado a amar el inglés a través de la creatividad y la diversión, rompiendo todas las barreras del aburrimiento tradicional del salón de clases.
Al final del año escolar, Rossana decidió despedirse de sus alumnos con una última sorpresa: organizó un viaje al extranjero para practicar el inglés en un país angloparlante real. Los niños no podían creer su suerte y se despidieron emocionados pero agradecidos por todo lo aprendido junto a su profesora loca pero genial.
La historia de Rossana nos enseña que aprender puede ser divertido si encontramos la manera adecuada de hacerlo. Con pasión e imaginación, podemos transformar cualquier experiencia educativa en algo mágico e inolvidable.
FIN.