El circo de los sueños



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, cinco niños y niñas huerfanos llamados Martina, Juanito, Sofía, Lucas y Valentina. Estos pequeños vivían en un orfanato triste y oscuro, donde la alegría era algo desconocido.

Un día, mientras los niños jugaban en el patio del orfanato bajo la mirada atenta de la directora, vieron a lo lejos un circo que se había instalado en el pueblo.

Los ojitos de los niños se iluminaron al ver a malabaristas haciendo piruetas en el aire y payasos que hacían reír a todos. En ese momento, supieron que querían ser parte de esa magia.

Martina tuvo una idea maravillosa: "-¿Y si escapamos del orfanato para ir al circo? Será nuestra oportunidad de encontrar una familia y ser felices". Los demás niños asintieron emocionados. Esa noche esperaron pacientemente hasta que las luces del orfanato se apagaron y todos estaban dormidos.

Con mucho cuidado para no hacer ruido, salieron por la ventana trasera y corrieron hacia el circo. Cuando llegaron al lugar donde estaba instalado el circo, encontraron a Don Cirilo, el dueño del espectáculo. Él les explicó que necesitaba gente valiente como ellos para formar parte del show.

Los niños no lo podían creer. Por fin habían encontrado su lugar en el mundo. A partir de ese momento comenzó su nueva vida llena de color y música.

Martina aprendió a montar en bicicleta sobre una cuerda floja; Juanito sorprendió a todos con sus acrobacias en el trapecio; Sofía se convirtió en la mejor malabarista del circo; Lucas hizo reír a todos con sus chistes como payaso y Valentina bailaba con gracia y elegancia.

El circo se llenó de gente que venía a ver las increíbles habilidades de los niños. La alegría volvió a sus vidas, pero no todo sería tan fácil.

Un día llegaron al pueblo unos inspectores del orfanato en busca de los niños desaparecidos. Don Cirilo sabiendo lo que estaba en juego, decidió ayudarles: "-¡Vamos! Tenemos que escondernos hasta encontrar una solución". Los niños asustados se refugiaron en un viejo vagón abandonado al lado del circo.

Ahí, entre risas y juegos, esperaban encontrar una manera de evitar ser descubiertos. Pero Martina tuvo otra idea brillante: "-¿Y si les mostramos a los inspectores lo felices que somos? Tal vez así nos permitan quedarnos aquí".

Con mucha valentía, los niños salieron del vagón y comenzaron a realizar su espectáculo para los inspectores. Los malabares, las piruetas y las risas llenaron el aire mientras la gente aplaudía emocionada. Los inspectores quedaron sorprendidos ante tal muestra de talento y alegría.

Comprendieron que el circo era el verdadero hogar para estos pequeños huerfanos. Finalmente, decidieron darles permiso para quedarse con Don Cirilo bajo la condición de recibir educación adecuada y cuidado amoroso por parte del personal del circo.

Desde ese día, Martina, Juanito, Sofía, Lucas y Valentina se convirtieron en una familia unida y feliz. Aprendieron a leer y escribir, siempre rodeados de risas y amor. El circo se convirtió en su hogar, donde la magia los envolvía cada día.

Y aunque no tenían padres biológicos, sabían que habían encontrado algo aún más valioso: el amor y la felicidad entre ellos mismos.

Y así, los niños huerfanos encontraron su lugar en el mundo gracias al poder del amor, la amistad y la perseverancia.

FIN.

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