El Circo Silencioso



En un lugar no muy lejano, existía un circo famoso llamado 'El Circo Silencioso'. Era conocido por sus impresionantes animales salvajes: leones majestuosos, elefantes elegantes y acrobacias llenas de magia. Pero había una regla muy importante que todos los niños debían seguir al ingresar: debían hacer silencio, no moverse de sus lugares y, sobre todo, respetar a los animales.

Un día, un grupo de niños emocionados llegó al circo. Entre ellos estaba Ana, una niña curiosa que no podía esperar para ver a los animales. Mientras esperaban que comenzara la función, su amigo Lucas, que era un poco inquieto, empezó a preguntarle a su hermana, '¿Por qué tenemos que estar callados? Quiero jugar con los leones!'.

Ana, con una sonrisa, le respondió: "Los leones son muy especiales, Lucas. Ellos no son como nuestros perros o gatos. Si hacemos ruido, pueden asustarse. El circo quiere que todos estén tranquilos para que los animales se sientan cómodos."

Aún con sus preguntas, Lucas hizo un esfuerzo por mantenerse quieto y callado. Cuando empezó el espectáculo, una majestuosa leona apareció en el escenario. Su melena dorada brillaba bajo las luces. Todos los niños contuvieron el aliento, maravillados por su belleza.

Sin embargo, en medio del espectáculo, un grupo de niños en la primera fila empezó a reír y a mover las manos, emocionados por el número. De repente, la leona se asustó y retrocedió, dejando de prestar atención a los malabaristas que estaban a su lado. Los cuidadores del circo, preocupados, interrumpieron la función.

"¡Niños!", gritó uno de los cuidadores, con voz firme pero amable. "Recuerden, debemos respetar a los animales. Si no están tranquilos, no podrán disfrutar de la magia que presentan."

Los niños miraron a la leona, que estaba intentando calmarse, inquieta por el ruido. Ana miró a Lucas y le dijo: "Ves, por eso es tan importante ser respetuosos. Los animales tienen sentimientos también."

Lucas asintió lentamente, sintiendo un poco de culpa. El resto de los niños entendió enseguida la importancia del silencio y comenzaron a aplaudir suavemente para congratular a los cuidadores. Pronto, la función se reanudó, y esta vez, todos disfrutaron del espectáculo con respeto.

Después de varios números impresionantes, llegó el momento del acto más esperado: el gran elefante llamado Bongo. Era un elefante gigante, con orejas enormes y ojos bondadosos. Lucas lo miró con asombro. Pero esta vez, sabiendo que debía comportarse, no se movió ni hizo ruido.

Bongo realizó trucos sorprendentes con gran elegancia y gracia. Al final, se acercó al borde del escenario y, para sorpresa de todos, extendió su trompa hacia Lucas, como si lo estuviese saludando.

Lucas sonrió ampliamente y, recordando las palabras de Ana, dijo en voz baja: "¡Hola, Bongo! Eres increíble!"

El gran elefante, al escuchar su voz suave, pareció sonreír también, levantando su trompa en señal de amistad. Ana le dio un codazo a Lucas y murmuró: "Ves, el silencio nos permitió disfrutar de esto."

La función terminó con un gran aplauso, y todos los niños se sintieron felices por haber respetado a los animales. Al salir, Lucas se acercó a Ana y dijo: "Hoy aprendí algo muy importante. Los animales son especiales y merecen nuestro respeto. ¡El circo silencioso es realmente un lugar mágico!"

Ana sonrió, feliz de que su amigo también hubiese comprendido la importancia de cuidar y respetar a todos los seres vivos. Desde aquel día, siempre que entraban a lugares donde había animales, recordaban hacerlo en silencio y con respeto, porque entendieron que así podían disfrutar de su belleza sin asustarlos.

Y así, cada vez que volvían al circo, la magia estaba garantizada gracias a un pequeño acto de respeto que todos los niños aprendieron a valorar.

FIN.

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