El Círculo de la Amistad
En un pequeño y colorido pueblo llamado Villalandia, vivían tres amigos inseparables: Lucas, una ardilla traviesa; Carla, una tortuga sabia; y Tito, un conejo veloz. Ellos compartían aventuras diarias, explorando el bosque y jugando en el arroyo, siempre buscando la manera de divertirse.
Un día, mientras jugaban a las escondidas, Lucas tuvo una idea brillante.
"¡Chicos, tengo una idea! ¿Qué tal si hacemos una carrera?" - propuso emocionado.
"Una carrera, suena divertido, pero deberíamos tener un lugar especial para hacerlo. ¿Qué tal el claro junto al río?" - sugirió Carla, con su tono calmado.
"¡Sí! ¡La línea de meta será el gran árbol del río!" - exclamó Tito, moviendo sus orejas con entusiasmo.
Sin que nadie lo notara, un nuevo amigo apareció: un pequeño erizo llamado Hugo, que observaba todo desde detrás de un arbusto. Hugo siempre había querido ser parte del grupo, pero era muy tímido y temía que no lo aceptaran.
La carrera se organizó para el día siguiente. Los tres amigos se prepararon con entusiasmo, haciendo estiramientos y soñando en voz alta con la victoria. Sin embargo, al ver los preparativos, Hugo sintió un nudo en el estómago.
"Tal vez si les cuento que quiero participar, se rían de mí…" - musitó para sí mismo.
Finalmente, llegó el día de la carrera. Todos los habitantes de Villalandia se reunieron para ser testigos del evento. Lucas, Carla y Tito se alinearon en la línea de salida, pero nadie se había percatado de que Hugo estaba observando desde un árbol cercano.
"¡En sus marcas, listos, fuera!" - gritó la lechuza que sería la jueza del evento. ¡Rat-tat-tat! Los tres amigos salieron disparados hacia la meta, dejando a Hugo con el corazón palpitante.
A medida que la carrera avanzaba, Lucas iba delante, seguido de Tito y Carla. Pero entonces ocurrió algo inesperado: Lucas, saltando de alegría, tropezó y cayó en un charco.
"¡Ay, no! ¡No puedo seguir así!" - gritó Lucas, tratando de limpiarse.
Carla, aunque lenta, se dio vuelta y se acercó rápidamente.
"¿Estás bien, Lucas?" - preguntó preocupada.
"Sí, pero estoy muy sucio y no puedo correr así…" - sollozó el pequeño.
Tito avanzó, pero se dio cuenta de que uno de sus amigos había caído.
"Amigos son primero, yo me detengo," - dijo mientras regresaba a ayudar a Lucas.
Justo cuando parecía que todo estaba perdido, Hugo decidió que era el momento para presentarse.
"¡Espera! Puedo ayudar con la carrera!" - gritó con todas sus fuerzas.
Los tres amigos lo miraron, sorprendidos y felices de ver un nuevo rostro.
"¿Tú quieres participar?" - preguntó Tito, sorprendiendo a todos.
"¡Sí! Quiero ayudar a que todos lleguen a la meta!" - respondió Hugo, inflando su pequeño pecho.
Hugo comenzó a empujar a Lucas hacia la carrera, ayudando a secarlo mientras Tito alentaba a Lucas. Todos juntos, decidieron continuar la carrera, pero en lugar de centrarse en quién ganaría, se unieron en un solo frente, cruzando la línea juntos, al ritmo de las risas de todos.
El evento se llenó de aplausos, no porque uno ganó, sino porque habían demostrado que la verdadera esencia de la amistad es ayudar y apoyarse mutuamente.
Después de la carrera, con sus corazones llenos de alegría, Lucas miró a sus amigos.
"Gracias por ayudarme, eso fue increíble!" - dijo con una sonrisa.
"No tienes que agradecer, estamos juntos en esto. Bienvenido, Hugo, al círculo de la amistad," - agregó Carla mientras entraba al grupo.
Hugo, completamente emocionado, sintió que finalmente el círculo de la amistad se había ampliado, y que no existía mejor asiento en el corazón que el de un verdadero amigo.
Y así, en Villalandia, se demostró una vez más que la amistad no se trata de competir, sino de unir fuerzas y disfrutar del viaje juntos.
FIN.