El Cisne en el Patito Feo



En un hermoso campo de la provincia de Buenos Aires, vivía una mamá pata con sus cinco patitos. Todos eran lindos y simpáticos, menos uno que se sentía diferente al resto.

Tenía el plumaje desaliñado y no nadaba tan rápido como sus hermanos. Por eso, lo llamaban "el patito feo".

Un día, cansado de las burlas y los malos tratos de sus hermanos, el patito feo decidió irse en busca de un lugar donde pudiera ser aceptado tal como era. Caminó por prados verdes y bosques frondosos hasta llegar a un lago donde conoció a una familia de cisnes.

"Hola, ¿puedo quedarme con ustedes? Soy diferente a los demás patos y me siento solo", dijo tímidamente el patito feo. Los cisnes lo miraron con ternura y le dijeron que podía quedarse con ellos sin ningún problema. A medida que pasaban los días, el patito feo se fue transformando poco a poco.

Su plumaje desaliñado se volvió blanco y reluciente, sus alas crecieron fuertes y poderosas, y su belleza interior comenzó a reflejarse en su exterior.

"¡Miren qué hermoso cisne he llegado a ser!", exclamó emocionado el antiguo patito feo al verse reflejado en el agua del lago. Los cisnes lo abrazaron felices por haber encontrado a alguien tan especial como él. Juntos nadaron por el lago, jugaron bajo el sol y compartieron momentos inolvidables.

El patito feo había encontrado finalmente su lugar en el mundo, rodeado de amor y aceptación. Con el tiempo, la noticia sobre la transformación del patito feo corrió por todo el campo hasta llegar a oídos de su familia.

La mamá pata y sus otros hijos se arrepintieron profundamente por haberlo tratado mal debido a su apariencia diferente. "Perdónanos, querido hijo. No supimos valorarte como te merecías", dijo la mamá pata entre lágrimas al reencontrarse con él.

El patito feo sonrió con bondad y les perdonó de todo corazón. Les contó sobre su nueva vida junto a los cisnes y les invitó a visitarlo siempre que quisieran.

Desde ese día en adelante, todos aprendieron una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia externa ya que la verdadera belleza reside en el interior de cada ser vivo. Y así fue como el patito feo se convirtió en un elegante cisne blanco que inspiraba amor y admiración por donde quiera que pasara.

Y aunque recordaba con cariño sus orígenes humildes como "el patito feo", sabía que ahora brillaba radiante como un verdadero héroe en su propio cuento de hadas argentino.

FIN.

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