El Club de la Amistad



Una tarde soleada, en el barrio de Lomas Verdes, un grupo de niños se reunió en el parque para jugar. Estaba Sofía, una niña con una risa contagiosa; Lucas, que siempre traía su pelota de fútbol; y Tomás, un apasionado de las historias de aventuras.

"¡Vamos a jugar a la pelota!" - propuso Lucas, lanzando su balón al aire.

"¡Sí! Pero primero, contemos un poco de nuestras vacaciones" - sugirió Sofía.

Los amigos comenzaron a compartir anécdotas. Sofía había ido a la playa, Lucas había viajado al campo y Tomás había leído un libro sobre un valiente caballero. Sin embargo, al poco rato, notaron que Matías, un nuevo vecino, se sentaba solo en un banco del parque, mirando con tristeza.

"¿Por qué no lo invitamos a jugar?" - dijo Sofía, con una chispa de entusiasmo.

"No sé... parece diferente a nosotros" - respondió Tomás, dudando.

"No podemos asumir eso, ¡vamos!" - insistió Lucas.

Decididos a hacer sentir parte a Matías, se acercaron.

"¡Hola! ¿Te gustaría unirte a nosotros a jugar al fútbol?" - preguntó Lucas, con una sonrisa.

Matías levantó la mirada y sonrió tímidamente.

"No sé... no soy muy bueno jugando" - dijo.

"¡No importa! Lo importante es divertirnos juntos" - aseguró Sofía.

Matías se levantó y aceptó la invitación. Al principio, se sentía un poco torpe, pero sus nuevos amigos lo animaron y, con cada pase, se fue sintiendo más a gusto. Sin embargo, justo cuando comenzaban a divertirse, el balón salió disparado y fue a parar a un grupo de chicos que estaban cerca.

"¡Ey! ¡Devuélvanos el balón!" - gritó Lucas, mientras corría hacia ellos.

"¿Por qué deberían? ¡El balón ahora es nuestro!" - se burló uno de los chicos.

Los amigos se miraron con preocupación.

"No podemos dejar que se queden con el balón" - dijo Sofía.

"Tal vez podríamos pedirlo de forma amable" - sugirió Tomás.

Con un poco de nervios, se acercaron.

"Por favor, ¿podrían devolvernos el balón?" - pidió Sofía, con voz firme pero amable.

"Tal vez si nos dicen un chiste, lo pensemos" - respondió un chico del grupo.

"Claro, ¡pero ustedes también!" - contestó Tomás, decidido.

Una idea brillante se le ocurrió a Lucas.

"¿Qué tal un concurso de chistes? El que cuente el mejor, se queda con el balón."

Los chicos vacilaron, pero finalmente se interesaron. Se organizaron y comenzaron a contar chistes. Risas, carcajadas y creatividad llenaron el aire, y al final, el balón fue devuelto.

"Gracias por el balón, y por el rato tan divertido" - dijo Lucas, mientras se miraron y sonrieron entre todos.

"Te hiciste unos amigos, Matías" - agregó Sofía, abrazándolo.

"Sí, ¡gracias por invitarme!" - respondió Matías, con una gran sonrisa.

Desde ese día, Matías se convirtió en parte del grupo. Aprendieron que la amistad no se trata de ser iguales, sino de aceptarse y disfrutar juntos. Jugaron, compartieron risas y, lo más importante, se ayudaron cuando alguno de ellos necesitaba apoyo.

Y así, el Club de la Amistad creció, recordando siempre que el amor entre amigos no tiene límites ni barreras. Juntos, descubrieron que cada uno era especial a su manera y que juntos podían superar cualquier reto, incluso recuperar un balón.

"¡Vamos a jugar de nuevo mañana!" - dijo Sofía, y todos los niños del parque celebraron la amistad que habían construido juntos.

"¡Sí! ¡Por un día más con amigos!" - respondieron al unísono, llenos de alegría y amor.

Y así, cada día en Lomas Verdes se llenaba de aventuras, risas y momentos inolvidables para cada uno de estos niños que aprendieron que el verdadero tesoro en la vida son los amigos que elegimos.

FIN.

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