El Club de la Paz Interior



Había una vez un niño llamado Fernando, quien vivía en una pequeña ciudad rodeada de montañas y bosques. A pesar de que su vida era tranquila, siempre había algo que le faltaba: la paz interior.

Fernando solía pasar las noches mirando las estrellas desde el jardín de su casa. Soñaba con volar entre ellas y descubrir nuevos mundos llenos de aventuras.

Pero a medida que pasaban los días, se daba cuenta de que algo dentro de él no estaba en armonía. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su hogar, encontró un anciano sabio sentado bajo un árbol. El viejo tenía una sonrisa amable y unos ojos llenos de serenidad.

Fernando se acercó tímidamente y le preguntó:-Disculpe señor, ¿usted sabe cómo encontrar la paz interior? El anciano asintió con la cabeza y respondió:-Claro que sí, joven amigo.

La paz interior se encuentra cuando aprendemos a aceptarnos tal como somos y dejamos ir nuestras preocupaciones. Fernando quedó perplejo ante esas palabras pero decidió seguir los consejos del anciano sabio. Durante días practicó la meditación para calmar su mente inquieta y escribió en un diario todas sus preocupaciones para liberarse de ellas.

Poco a poco, Fernando comenzó a sentirse más ligero y feliz consigo mismo. Sin embargo, aún sentía curiosidad por conocer otros lugares más allá de su pequeña ciudad.

Una noche, mientras observaba las estrellas como siempre lo hacía, notó algo diferente en el cielo. Un destello brillante y misterioso apareció frente a él. Sin pensarlo dos veces, decidió seguirlo. Siguiendo el destello de luz, Fernando llegó a un prado lleno de flores multicolores.

Allí se encontró con una niña llamada Lucía, quien también buscaba respuestas en su vida. -¡Hola! ¿Eres tú quien ha seguido la luz hasta aquí? -preguntó Lucía emocionada. -Sí, soy yo. Me llamo Fernando.

¿Tú quién eres? -Soy Lucía y estoy buscando mi lugar de paz interior. Creo que debemos seguir este camino juntos. Con una sonrisa en sus rostros, Fernando y Lucía comenzaron a explorar el prado mientras compartían sus experiencias y aprendizajes sobre la paz interior.

De repente, encontraron un lago cristalino rodeado de árboles majestuosos. En medio del lago había un bote esperándolos. Sin pensarlo dos veces, subieron al bote y remaron hacia el centro del lago.

En ese momento mágico, las estrellas comenzaron a reflejarse en el agua creando un espectáculo deslumbrante. Fernando y Lucía se dieron cuenta de que no necesitaban buscar más allá para encontrar la paz interior; ya la llevaban dentro de ellos mismos.

-¿Sabes qué? La paz interior no está en lugares lejanos o desconocidos; está en nuestro corazón -dijo Fernando emocionado. -Tienes toda la razón, Fernando.

La verdadera paz solo se encuentra cuando nos aceptamos tal como somos y valoramos todo lo hermoso que nos rodea -respondió Lucía con una mirada llena de gratitud. Desde aquel día, Fernando y Lucía decidieron compartir su descubrimiento con todos los niños de la ciudad.

Crearon un club llamado "Los Buscadores de Paz", donde compartían técnicas de meditación y actividades para encontrar la paz interior. Fernando y Lucía aprendieron que la paz no es algo que se encuentra fuera, sino algo que se cultiva dentro de uno mismo.

Y así, juntos, vivieron en un lugar lleno de estrellas y paz interior para siempre.

FIN.

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