El Club de las Sonrisas de Lucas



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Sonrisa, un niño llamado Lucas que tenía la costumbre de decir palabras amables y alentar a todos a su alrededor.

Lucas era conocido por tener siempre una sonrisa en su rostro y por ser muy generoso con sus palabras. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Lucas se encontró con un anciano triste sentado en un banco.

El anciano parecía estar necesitando compañía y cariño, así que Lucas se acercó a él con una gran sonrisa y le dijo:- ¡Hola! ¿Cómo estás? Mi nombre es Lucas, ¿puedo acompañarte un rato? El anciano levantó la mirada sorprendido por la amabilidad de aquel niño y asintió con la cabeza.

Durante horas, Lucas y el anciano conversaron sobre la vida, los sueños y las alegrías. El anciano pronto comenzó a sentirse mejor gracias a las palabras reconfortantes de Lucas.

Después de ese día, Lucas decidió que quería ayudar a más personas con sus palabras positivas. Así que creó el "Club de las Sonrisas", donde enseñaba a otros niños cómo hacer felices a los demás simplemente diciendo cosas bonitas.

Un miércoles por la tarde, mientras se llevaba a cabo una reunión del club en el parque, llegó corriendo una niña llorando desconsoladamente. Era Valentina, quien acababa de pelearse con su mejor amiga Camila. - ¿Qué te pasa Valentina? -preguntó preocupado Lucas.

Valentina entre sollozos contó lo sucedido entre ella y Camila. Entonces Lucas se acercó a ella y le dijo:- Valentina, sé cómo te sientes. Pero recuerda que las buenas amistades superan cualquier pelea. Deja que tus palabras reparen lo ocurrido.

Valentina secó sus lágrimas e inspirada por las palabras de Lucas decidió hablar con Camila para solucionar sus diferencias. Al final del día, ambas niñas volvieron a ser amigas gracias al poder sanador de las palabras positivas.

El Club de las Sonrisas siguió creciendo en Villa Sonrisa y cada vez más niños aprendían la importancia de usar sus palabras para alegrar el corazón de los demás.

Una mañana soleada, cuando ya habían pasado varios meses desde aquella primera reunión en el parque, llegaron noticias emocionantes: el presidente del país había escuchado sobre el Club de las Sonrisas y quería invitar a Lucas para reconocer su labor comunitaria ejemplar.

Lucas no podía creerlo cuando recibió la invitación oficial para visitar al presidente en la Casa Rosada. Con orgullo llevando puesto su pañuelo naranja distintivo del club, se dirigió hacia Buenos Aires junto a sus amigos del Club de las Sonrisas para encontrarse cara a cara con el presidente.

Al llegar allí, fueron recibidos cálidamente por el presidente quien les dio las gracias por promover valores tan importantes como la bondad y solidaridad entre los niños del país.

En ese momento histórico para Villa Sonrisa, todos los niños presentes sintieron el poder transformador que unas simples palabras positivas podían tener en sus vidas y en la sociedad entera.

Desde entonces, Villa Sonrisa se convirtió en un ejemplo nacional e internacional de cómo unas simples pero poderosas palabras pronunciadas con amor pueden cambiar vidas y construir un mundo mejor para todos.

FIN.

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