El Club de Lectores Aventureros



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Letrópolis, un grupo de niños de tercero de básica que compartían una misma pasión: ¡leer! Todos los días, después de clases, se juntaban en la plaza del pueblo para contarse historias y hablar sobre sus libros favoritos. Entre ellos se encontraban Sofía, una niña curiosa y creativa; Tomás, un apasionado de los misterios; y Valentina, quien adoraba las aventuras mágicas.

Un día, mientras comentaban sobre el último libro que habían leído, Sofía tuvo una idea brillante.

"¡Podríamos formar un club de lectura!" - exclamó con emoción.-

"¡Sí!" - respondió Tomás, sus ojos brillando."Podríamos leer un libro todos juntos y luego hacer actividades relacionadas. ¡Sería genial!"

"Me encanta la idea, pero, ¿dónde nos reuniremos?" - preguntó Valentina, ansiosa por saber más.

Después de pensarlo un momento, Sofía dijo:

"¡En el antiguo árbol de la plaza! Su sombra es perfecta para leer y podemos llevar algunas mantas."

Los niños se pusieron manos a la obra. Hicieron carteles de colores pidiendo a otros niños que se unieran al club. El siguiente día, estaban listos en el árbol con libros, mantas y una gran caja de galletitas caseras que había hecho la mamá de Sofía.

Cuando llegó la hora de la primera reunión, se sorprendieron al ver a varios compañeros listos para unirse. Además de ellos tres, llegaron Javier, un experto en cuentos de hadas; Clara, que siempre tenía un dato interesante; y Lucas, quien decía que los monstruos también podían ser amigos.

- “¡Bienvenidos al Club de Lectores Aventureros!" - anunció Sofía con entusiasmo."Hoy vamos a empezar con ‘El misterioso bosque encantado’ de la escritora Ana María.’"

Al comenzar a leer, todos se sumergieron en la historia. El libro hablaba de un bosque secreto lleno de criaturas fantásticas y desafíos; cada uno se imaginaba en su interior, explorando y viviendo aventuras. Al terminar, empezaron a comentar lo que más les había gustado.

"A mí me encantó cuando el valiente héroe encontró al dragón amigo, ¡sería increíble tener un dragón así!" - dijo Lucas, con una gran sonrisa.-

"Para mí el bosque estaba lleno de maravillas, me gustaría ir ahí con todos ustedes!" - agregó Clara, emocionada.

"¡Podríamos hacer una búsqueda del tesoro en el parque!" - sugirió Tomás, que siempre pensaba en cosas emocionantes.-

"¡Sí! Cada pista podría estar relacionada con un libro que leímos!" - dijo Sofía, entusiasmada.

Y así se llevó a cabo la primera búsqueda del tesoro. Cada pista los llevaba al lugar más inesperado, desde detrás del banco del parque hasta dentro de una vieja casita de juegos, donde encontraron un misterio que los llevó a descubrir un viejo baúl lleno de libros de cuentos olvidados.

"¡Miren todo esto!" - gritó Valentina con asombro.-

"¡Son libros que nadie ha leído en mucho tiempo!" - exclamó Javier.

"¡Vamos a hacer un trueque!" - propuso Clara, muy entusiasmada."Podemos compartirlos con otros niños y hacer que les encante leer también!"

Así que decidieron organizar un evento en la plaza para compartir esos libros con el resto del pueblo. Llamaron al evento 'La Fiesta de los Libros Olvidados'. Invitaron a todos y comenzaron a preparar actividades, como lecturas en voz alta, obras de teatro cortas basadas en los cuentos y baile con personajes de libros.

El día de la fiesta, Letrópolis brillaba más que nunca. Los niños tenían sus disfraces y estaban listos para compartir su amor por la lectura. La plaza se llenó de risas, cuentos contados por todos y sobre todo, un nuevo entusiasmo por los libros.

Al finalizar el evento, todos los niños presentaron sus libros favoritos y contaron por qué les gustaban tanto. La gente del pueblo quedó tan encantada que decidieron hacer de 'La Fiesta de los Libros Olvidados' un evento anual, donde todos podían compartir historias y descubrir nuevos mundos.

"¡Esto es solo el comienzo!" - dijo Sofía, mirando a sus amigos con una gran sonrisa.-

"¿Cuánto más podemos explorar?" - preguntó Tomás, pensando en todas las historias que aún quedaban por leer.

"¡El cielo es el límite!" - dijo Valentina, poniéndose una corona de papel que había hecho al mejor estilo de los cuentos de hadas.

Y así, el Club de Lectores Aventureros siguió creciendo, inspirando a más niños a leer, a compartir y a disfrutar de las maravillas de la imaginación, aprendiendo que cada libro es una nueva aventura esperando ser descubierta.

Desde ese día, Letrópolis ya no solo era un pueblo, ¡era un lugar lleno de historias!

FIN.

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