El Club de los Amigos Alados
En la Granja Milo vivían cinco animalitos muy especiales: el conejito Saltarín, el patito Quaquita, la ovejita Lanita, el pollito Pío y el cerdito Pancito. Todos eran muy traviesos y siempre estaban buscando aventuras.
Un día soleado, mientras jugaban en el prado, los animalitos vieron a una nueva amiga acercarse. Era Julieta, una hermosa mariposa de colores brillantes. Los animalitos se emocionaron al verla y corrieron hacia ella para darle la bienvenida.
"¡Hola Julieta! ¡Bienvenida a la granja!"- exclamó Saltarín emocionado. Julieta sonrió y les agradeció por su amabilidad. Les contó que había volado desde lejos para conocerlos y jugar juntos. Los días pasaron y los animalitos se hicieron inseparables de Julieta.
Juntos exploraban cada rincón de la granja, saltaban charcos bajo la lluvia e inventaban juegos divertidos. Un día, mientras jugaban cerca del lago, Pancito tuvo una idea emocionante.
"¡Vamos a hacer un concurso de saltos! El que salte más alto ganará una medalla especial"- propuso Pancito. Todos los animalitos aceptaron entusiasmados el desafío. Se pusieron en fila y uno por uno comenzaron a saltar lo más alto que podían.
Saltarín dio un salto impresionante seguido de Quaquita, Lanita y Pío; pero cuando llegó el turno de Julieta algo inesperado ocurrió. Julieta intentaba saltar con todas sus fuerzas pero no lograba elevarse lo suficiente. Se sentía triste y frustrada, pensando que nunca ganaría la medalla.
Los animalitos se acercaron a Julieta para consolarla. "No importa si no puedes saltar tan alto como nosotros, Julieta. Eres especial de todas formas"- le dijo Lanita con ternura. "Exacto, Julieta. No es necesario ser el mejor en todo para ser valioso.
Cada uno de nosotros tiene habilidades únicas y eso nos hace especiales"- agregó Saltarín. Julieta sonrió tímidamente y agradeció las palabras reconfortantes de sus amigos.
Comenzaron a jugar juntos nuevamente, pero esta vez eligieron juegos donde todos pudieran participar sin importar sus diferencias. Así pasaron los días en la Granja Milo: explorando juntos, riendo y aprendiendo sobre el valor de la amistad verdadera.
Los animalitos comprendieron que cada uno tenía algo especial para ofrecer al grupo y que las diferencias eran lo que hacían su amistad aún más fuerte. Un día, mientras jugaban bajo un árbol frondoso, vieron una mariposa solitaria volando hacia ellos. Era una mariposa diferente a Julieta; era pequeña y grisácea.
"¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes?"- preguntó la mariposa con timidez. Los animalitos se miraron entre sí y sonrieron. "¡Por supuesto! ¡Bienvenida a nuestra pandilla!"- exclamaron al unísono.
Y así, la pandilla creció aún más grande con la llegada de su nueva amiga. Juntos siguieron descubriendo aventuras emocionantes mientras aprendían sobre la importancia de aceptar a todos, sin importar cómo sean. .
FIN.