El Club de los Guardianes del Planeta
Había una vez, en un pequeño barrio llamado Ecoville, un grupo de amigos: Sofía, Lucas, y Mateo. Todos ellos amaban la naturaleza y pasaban horas jugando en el parque. Un día, mientras exploraban, encontraron algo que cambiaría su verano para siempre.
"¡Miren!" - grita Sofía mientras señalaba un montón de basura en el lago.
"Ay no, no puede ser. No quiero que el lago se ensucie" - respondió Lucas con preocupación.
"Sí, esto no está bien. ¡Debemos hacer algo!" - agregó Mateo, con una chispa de determinación en sus ojos.
Los tres amigos decidieron formar un club, al que llamaron "El Club de los Guardianes del Planeta".
"Por cada bolsa de basura que recojamos, ganaremos una estrellita para nuestro club" - propuso Sofía, emocionada.
"Y cuando tengamos muchas estrellitas, haremos una fiesta para todos los chicos del barrio" - añadió Lucas.
"¡Sí! Así más amigos se sumarán a nuestra causa" - concluyó Mateo.
Con sus mochilas llenas de guantes y bolsas de basura, se pusieron manos a la obra. Cada sábado, el trío recorría el parque y sus alrededores, recolectando desechos. Cuanto más trabajaban, más amigos se unían a ellos.
Un día, mientras recogían basura, se dieron cuenta de que el parque comenzaba a verse diferente.
"¡Miren el lago! Ahora brilla mucho más" - exclamó Sofía.
"Y además, parece que hay más aves viniendo a buscar agua" - dijo Lucas entusiasmado.
El esfuerzo conjunto comenzó a dar frutos, y la comunidad empezó a notar el cambio.
"¿Qué están haciendo ustedes, chicos?" - preguntó la señora Marta, que pasaba por allí.
"Estamos cuidando el planeta y limpiando el parque. ¡Únase a nosotros!" - invitó Mateo.
"¡Claro! Puedo traer un montón de amigos de la escuela para que se sumen" - dijo la señora Marta, sonriendo.
Con el tiempo, el Club de los Guardianes del Planeta se volvió famoso en Ecoville. En cada reunión, organizaban juegos, charlas sobre reciclaje y talleres para hacer comederos para pájaros. Hasta se propusieron hacer una huerta comunitaria.
Una tarde, mientras cuidaban las plantas de la huerta, un giro inesperado ocurrió.
"¡Chicos, miren eso!" - exclamó Lucas, señalando con los ojos bien abiertos. Todos miraron hacia donde él señalaba y vieron un grupo de niños jugando cerca de un montón de latas y botellas vacías.
"Esas cosas no deberían estar ahí..." - dijo Sofía. "Vamos a hablarles, tal vez no sepan que están contaminando."
"Sí, pero ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Mateo.
Decidieron acercarse con una sonrisa.
"Hola, chicos!" - dijo Sofía amablemente. "Nosotros somos el Club de los Guardianes del Planeta y estamos tratando de cuidar nuestro barrio. ¿Les gustaría unirse a nosotros?"
"Pero... ¿qué tenemos que hacer?" - preguntó uno de ellos, curioso.
"¡Es fácil! Solo tenemos que recoger la basura, y juntos podemos hacer de Ecoville un lugar más lindo" - explicó Lucas.
Los nuevos chicos se miraron entre sí y decidieron unirse a la causa, pero antes de empezar, uno preguntó:
"¿Y qué pasa con las latas y botellas?"
"Las reciclamos!" - respondió Mateo entusiasmado.
"Haremos que el lugar esté limpio, y ganaremos estrellitas para la fiesta, como ustedes" - agregó Sofía.
Y así, el grupo creció. Se volvieron una gran familia, compartiendo risas, enseñando y aprendiendo unos de otros. Cada semana, el parque se llenaba más y más de niños haciendo algo divertido mientras cuidaban el planeta.
Una tarde, los adultos de Ecoville, conmovidos por lo que los chicos lograron, decidieron hacer algo especial.
"Chicos, queremos celebrar lo que han hecho por el barrio. Haremos una gran fiesta en el parque para ustedes, y habrá música, comida y juegos" - anunció el señor Alberto, el alcalde del barrio.
"¡Qué buenísimo!" - gritaron todos los niños al unísono.
"Esto es gracias a que ustedes nos mostraron que cuidar el medio ambiente es importante" - continuó el alcalde.
Finalmente, llegó el día de la fiesta. Todos estaban alegres, y el ambiente estaba lleno de risas y música.
"¡Gracias por ser parte de El Club de los Guardianes del Planeta, chicos!" - dijo Sofía emocionada.
"Sin ustedes nunca hubiéramos hecho esto juntos" - agregó Lucas.
"El parque ahora es nuestro lugar feliz, y depende de nosotros cuidarlo" - concluyó Mateo.
Y así, los niños de Ecoville aprendieron que cuidar el medio ambiente no solo era importante, sino también divertido y gratificante. Con el tiempo, se convirtieron en verdaderos guardianes del planeta, inspirando a otros a hacer lo mismo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¡Tú también puedes ser un guardián del planeta en tu comunidad!
FIN.