El Club de los Lectores Críticos
En un pequeño pueblo llamado Librería, había un grupo de niños que adoraba leer. Se llamaban a sí mismos los "Lectores Críticos". Cada viernes, se reunían en la biblioteca del barrio para discutir los libros que habían leído durante la semana. Su líder era Sofía, una niña de diez años con una gran imaginación.
Un día, mientras estaban sentados en una mesa esperando a que llegara la hora de la reunión, Sofía dijo:
"¡Chicos! Esta semana tengo una idea genial: vamos a hacer un reto de lectura crítica. Cada uno elegirá un libro, pero no solo lo leeremos. ¡Debemos cuestionar todo!"
Los otros niños miraron a Sofía con curiosidad y un poco de duda. Pedro, el más pequeño del grupo con ocho años, preguntó:
"¿Cuestionar todo? ¿Cómo se hace eso?"
Sofía sonrió y explicó:
"Es sencillo, Pedro. Cuando leemos, necesitamos pensar en lo que el autor nos quiere contar, pero también en lo que NO dice. Debemos preguntarnos por qué los personajes actúan de esa manera y si hay otros puntos de vista."
Las niñas y los niños comenzaron a entusiasmarse con la idea. Elijan libros de diferentes géneros: cuentos de hadas, aventuras, misterios, y por supuesto, uno sobre un dragón que amaba el chocolate.
Durante la semana, cada uno se sumergió en su lectura, pero también en sus pensamientos críticos. En la reunión del siguiente viernes, el ambiente estaba cargado de expectativa.
"Yo leí un libro sobre una niña que quería ser pirata," comenzó Clara.
"Pero no entiendo por qué todos los adultos la desanimaban. ¿No es cierto que deberían apoyarla?"
Sofía asintió, animando al grupo a reflexionar sobre el tema.
"Eso es una gran pregunta, Clara. Tal vez los adultos tienen miedo de lo desconocido, pero eso no debería detener a nadie de perseguir sus sueños. ¿Qué piensan?"
Los niños empezaron a debatir y se dieron cuenta de que distintos libros podían darles lecciones sobre la vida real. En medio de la charla, Pedro, emocionado, dijo:
"Yo leí sobre un dragón, pero siempre estaba triste porque no tenía amigos. Al final, se dio cuenta de que su aspecto asustaba a los demás. ¿Por qué los personajes no hablaban entre ellos en lugar de juzgar solo por la apariencia?"
Sofía sonrió y le dio la razón:
"Exacto, Pedro. Eso es pensar críticamente. Debemos aprender a ver más allá de las primeras impresiones."
Cuando estaban sumergidos en la azarosa conversación, Sonya, la bibliotecaria, entró en la sala. Ella había estado escuchando con atención y decidida a ser parte de la discusión, dijo:
"Me encanta verlos tan entusiasmados. ¿Les gustaría hacer una exposición sobre sus libros y sus hallazgos? Pueden invitar a padres y maestros."
Los niños no podían contener su emoción, pero de repente, Pablo, el más serio del grupo, dijo:
"Eso es genial, pero también da un poco de miedo. ¿Y si no a todos les gusta lo que tenemos para decir?"
Sofía, siempre optimista, respondió:
"No importa si a todos les gusta. Lo importante es que nosotros aprendimos algo y estamos dispuestos a compartirlo. La lectura crítica nos ha enseñado a comunicar nuestras ideas y a respetar las de los demás."
Al final, el club decidió hacer la exposición. Cada uno preparó una presentación con los libros que habían leído, las preguntas que habían planteado y las lecciones aprendidas.
El día de la exposición llegó y la biblioteca estaba llena de padres, amigos y maestros. Cada niño dio lo mejor de sí, hablando sobre sus libros y las críticas que habían elaborado. Al concluir, la biblioteca se llenó de aplausos y Sonya, emocionada, dijo:
"Esto es un gran ejemplo de lo que significa aprender y crecer juntos. Ustedes son verdaderos Lectores Críticos."
Los niños sintieron una gran satisfacción, no solo por el éxito de su exposición, sino también porque se dieron cuenta de que la lectura crítica les había brindado poder: el poder de pensar por sí mismos y de entender el mundo.
A partir de aquel día, el club se volvió más fuerte y más unido. Y así, en el pequeño pueblo de Librería, los Lectores Críticos continuaron su viaje de lectura, explorando nuevos libros, haciendo preguntas y, sobre todo, disfrutando del maravilloso mundo de la lectura crítica.
FIN.