El Club de los Libros Unidos



Había una vez un grupo de estudiantes de segundo año que estaban emocionados por el nuevo desafío al que se enfrentarían: pasar al nuevo ciclo llamado las puertas rojas.

En este ciclo, tendrían que demostrar sus habilidades en lectura y superar diferentes obstáculos. Las profesoras Sandra y Rallén eran las encargadas de guiarlos en esta aventura. Ambas confiaban plenamente en sus alumnos y sabían que juntos podrían lograr cualquier cosa.

Lo más importante era cuidarse entre ellos y mejorar cada día en la lectura.

Un día, mientras los estudiantes estaban sentados en su sala de clases, la profesora Sandra les habló con entusiasmo:- ¡Chicos, hoy es el día! Nos enfrentaremos a nuestro primer reto en las puertas rojas. Recuerden que lo más importante es trabajar juntos y apoyarse mutuamente. Los estudiantes asintieron emocionados, listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Se dirigieron hacia el lugar donde se encontraban las famosas puertas rojas.

Al llegar, vieron un gran laberinto lleno de libros flotantes. El objetivo era encontrar el libro correcto para poder avanzar al siguiente nivel. Los estudiantes comenzaron a buscar entre los libros con mucho entusiasmo.

De repente, uno de los estudiantes llamado Lucas encontró un libro muy interesante pero estaba fuera del alcance. Sin pensarlo dos veces, su compañera Laura le extendió la mano para ayudarlo a alcanzarlo.

- ¡Gracias Laura! Juntos podemos lograrlo - dijo Lucas emocionado mientras sostenía el libro en sus manos. Con el libro correcto en su poder, avanzaron al siguiente nivel. Esta vez, se encontraron con un desafío de palabras cruzadas. Tenían que resolverlas en equipo para poder abrir la siguiente puerta.

Los estudiantes se organizaron rápidamente y empezaron a trabajar juntos. Cada uno aportaba su conocimiento y habilidades, logrando descifrar las palabras cruzadas en poco tiempo.

- ¡Lo logramos! Somos un gran equipo - exclamó Martín emocionado mientras abría la puerta hacia el siguiente reto. El ciclo de las puertas rojas continuaba y los desafíos se volvían cada vez más difíciles. Sin embargo, los estudiantes no se rendían. Se apoyaban mutuamente y trabajaban en equipo para superarlos.

En una ocasión, llegaron a una sala donde había un gran acertijo matemático. Todos estaban perplejos ante la dificultad del reto, pero Sofía tuvo una idea brillante. - Chicos, recordemos lo que aprendimos en clase sobre ecuaciones.

Si trabajamos juntos, seguro encontraremos la solución - dijo Sofía con confianza. Los estudiantes siguieron su consejo y comenzaron a resolver el acertijo paso a paso.

Con paciencia y trabajo en equipo, lograron encontrar la respuesta correcta y avanzar al último nivel de las puertas rojas. Finalmente, llegaron al último desafío: un examen sorpresa sobre lectura comprensiva. Los estudiantes estaban nerviosos pero sabían que habían mejorado mucho gracias al trabajo duro y constante.

Después de responder todas las preguntas del examen, las profesoras Sandra y Rallén revisaron sus respuestas con orgullo en sus ojos. - ¡Chicos, lo han logrado! Han pasado el ciclo de las puertas rojas. Estoy muy orgullosa de todos ustedes - dijo la profesora Rallén emocionada.

Los estudiantes se abrazaron y celebraron su éxito. Habían demostrado que trabajando juntos podían superar cualquier obstáculo y mejorar en la lectura.

Desde ese día, los estudiantes del segundo año siempre recordaron la importancia de cuidarse entre ellos y trabajar en equipo. Sabían que con esfuerzo y apoyo mutuo, podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara en el futuro.

Y así, esta historia nos enseña que cuando nos unimos y confiamos en nuestras habilidades, podemos alcanzar grandes cosas. El trabajo en equipo y el amor por la lectura son herramientas poderosas para abrir las puertas a un mundo lleno de conocimiento y oportunidades.

FIN.

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