El Club de los Pequeños Reflexionadores



En un tranquilo barrio de Buenos Aires, un grupo de niños se reunía todos los sábados para jugar a la pelota en el parque. Entre ellos estaban Sofía, una niña curiosa con una gran sonrisa; Tomás, el más aventurero del grupo; y Valentina, la más organizada y puntual.

Un día, mientras jugaban, Sofía se dio cuenta de que la pelota, que era de todos, estaba muy desgastada. La miró y dijo: "Chicos, creo que necesitamos una nueva pelota. Esta ya no sirve para jugar."

Tomás, siempre lleno de ideas locas, respondió: "¿Y si la compramos?"

Valentina, que siempre pensaba antes de actuar, agregó: "Pero necesitamos plata para eso. ¿De dónde la conseguimos?"

Sofía pensó y pensó y finalmente exclamó: "Podemos hacer algo para ganarnos el dinero, como vender limonada. ¡Me encanta la limonada!"

Tomás, emocionado, dijo: "¡Sí, hagamos un puesto de limonada! Pero, ¿y si no vendemos nada?"

Valentina, con una mirada seria pero comprensiva, les explicó: "Si queremos que la limonada se venda, tenemos que planear bien. Necesitamos un buen lugar, ingredientes y hacer carteles para que la gente se entere.

FIN.

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