El Club de los Sabios


Había una vez un niño llamado Martin que era muy inteligente y le encantaba leer libros. Desde muy pequeño, siempre estaba rodeado de libros y no podía pasar un día sin leer al menos unas páginas.

Martin vivía en una pequeña casa con su madre, quien trabajaba todo el día para poder mantenerlos a ambos. A pesar de que su madre no tenía mucho tiempo libre, siempre se aseguraba de comprarle los libros que Martin quería leer.

Un día, mientras Martin estaba leyendo en el parque cercano a su casa, conoció a un grupo de niños que estaban jugando juntos. Los niños lo vieron con su libro y se burlaron de él por ser tan —"nerd" .

Martin se sintió triste y solo, pero decidió seguir leyendo porque sabía que eso lo hacía feliz. Mientras seguía leyendo, escuchó la risa de los niños cada vez más fuerte detrás de él.

Pero entonces escuchó algo extraño: uno de los niños había dejado caer sus llaves en el pasto cerca del banco donde estaba sentado Martin. "Ey chicos, ¡esperen! Alguien dejó caer sus llaves", dijo Martin levantándolas del pasto.

Los otros niños se sorprendieron al verlo hacer algo tan amable después de haberse reído tanto de él. Uno de ellos se acercó a él y le preguntó:"¿Por qué eres así? ¿Por qué siempre lees?""Me gusta aprender cosas nuevas", respondió Martin tímidamente.

Los otros niños parecían confundidos por la respuesta pero empezaron a respetarlo más cuando vieron lo educado y amable que era con todos ellos. Con el tiempo, Martin y los otros niños se volvieron buenos amigos.

Aunque a veces seguían burlándose de él por leer tanto, Martin nunca dejó que eso lo afectara. En cambio, les enseñaba cosas nuevas sobre ciencia, historia y matemáticas.

Un día, durante una competencia escolar de preguntas y respuestas, el equipo de Martin ganó gracias a su conocimiento y habilidades excepcionales. Los demás niños se sorprendieron al ver lo mucho que podía saber alguien tan joven como él.

Desde ese día en adelante, todos los niños del vecindario empezaron a admirar a Martin por su inteligencia y talento. Y aunque todavía disfrutaba de su tiempo leyendo libros solitariamente en el parque, ahora también tenía un grupo fiel de amigos con quienes compartir sus conocimientos e intereses.

Martin aprendió que no importa cuán diferentes sean las personas o qué tan diferentes sean sus pasatiempos; siempre hay algo que podemos aprender unos de otros si nos tomamos el tiempo para escuchar y respetarnos mutuamente.

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