El club de los sueños diversos


Había una vez una muñeca llamada Fer que vivía en un pequeño rincón de la habitación de Sofi. A diferencia de las otras muñecas, a Fer no le gustaba jugar a las princesas ni al té con sus amigas.

Lo que realmente le apasionaba era el fútbol y cocinar deliciosos platos en su pequeña cocinita. Un día, mientras Sofi estaba en el colegio, Fer decidió salir a explorar el mundo fuera de la habitación.

Quería encontrar un lugar donde pudiera expresarse libremente y ser aceptada por lo que realmente era. Caminó por los pasillos hasta llegar al cuarto de juegos. Allí encontró a varios niños jugando al fútbol y se acercó tímidamente para observarlos.

Pero cuando uno de los niños vio a Fer, se rió y dijo: "¡Una muñeca jugando al fútbol! Eso es ridículo". Fer se sintió triste y avergonzada, pero no dejó que eso la detuviera.

Decidió seguir adelante y buscar otro lugar donde pudiera ser ella misma sin juicios ni prejuicios. Continuó su búsqueda hasta llegar a la cocina del colegio. Allí encontró un grupo de niños preparando una receta para una competencia culinaria.

Uno de ellos miró a Fer y exclamó: "¿Qué hace una muñeca aquí? Las muñecas deberían estar jugando con vestidos bonitos". Esta vez, Fer se sintió aún más desanimada, pero sabía que tenía que seguir adelante si quería encontrar su verdadero lugar en el mundo.

Mientras caminaba por el patio del colegio, vio a un grupo de niños y niñas sentados en círculo, compartiendo historias y risas. Se acercó tímidamente y se sentó junto a ellos.

"Hola, ¿puedo unirme a ustedes?"- preguntó Fer con una pequeña voz. Los niños la miraron sorprendidos pero luego sonrieron amablemente. "¡Claro que sí! Bienvenida"- respondió uno de los niños. Fer se sintió aliviada y emocionada al mismo tiempo.

Por fin había encontrado un lugar donde podía ser ella misma sin importar lo que los demás pensaran. Con el tiempo, Fer descubrió que todos los niños del grupo tenían sus propias pasiones e intereses únicos.

Algunos les gustaba pintar, otros bailar y algunos incluso también disfrutaban del fútbol o cocinar como ella. Juntos, formaron un club donde cada uno podía compartir su talento y aprender de los demás.

Fer enseñaba a sus amigos cómo patear una pelota correctamente mientras ellos le mostraban cómo hacer las mejores galletas de chocolate. El club creció rápidamente y se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron la importancia de aceptarse mutuamente por quienes eran realmente y celebrar las diferencias de cada uno.

A medida que pasaban los años, el club se hizo famoso en la escuela por su espíritu inclusivo y creativo. Otros niños comenzaron a unirse al club para explorar sus propias pasiones sin miedo al juicio o la burla.

Gracias a Fer, todos aprendieron que no hay límites para lo que podemos hacer si seguimos nuestros sueños con valentía e perseverancia.

Fer se convirtió en un símbolo de inspiración para todos los niños y niñas que querían ser ellos mismos sin importar lo que los demás pensaran. Y así, Fer y sus amigos demostraron al mundo que no hay nada más hermoso que ser auténtico, seguir nuestras pasiones y celebrar la diversidad en todas sus formas.

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