El Club de los Superalimentos



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy inquieto y aventurero, siempre estaba buscando nuevas formas de divertirse.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, se dio cuenta de algo que lo dejó intrigado. - ¡Chicos! ¿Han notado que todos los días comemos tacos para el almuerzo? - preguntó Mateo con curiosidad. Sus amigos asintieron con la cabeza y dijeron:- Sí, es cierto.

Pero a mí me encantan los tacos, ¿por qué te preocupa? Mateo explicó su preocupación:- Bueno, sí, los tacos son deliciosos, pero también necesitamos comer cosas saludables como ensaladas y frutas para crecer fuertes y sanos.

Creo que deberíamos pedirle a nuestros padres que incluyan más variedad en nuestra comida. Los amigos de Mateo estuvieron de acuerdo y decidieron formar un club llamado —"DBB"  (Deliciosamente Balanceados Buenos). Juntos se propusieron encontrar diferentes maneras de equilibrar sus comidas diarias.

El primer paso fue hablar con sus padres sobre la importancia de una alimentación equilibrada. Los padres escucharon atentamente las ideas de los niños y prometieron hacer cambios en las comidas familiares.

A partir de ese día, cada uno llevaba algo diferente para compartir en el almuerzo: ensaladas coloridas llenas de vegetales frescos o frutas jugosas para postre. Todos disfrutaban probando nuevos sabores y compartiendo recetas saludables entre ellos. Pero no solo se quedaron ahí.

Mateo y sus amigos decidieron que también era importante cuidar el medio ambiente y ayudar a quienes más lo necesitaban. Organizaron una campaña de recolección de ropa usada para donar a personas sin hogar.

Juntos, recorrieron las casas del vecindario, recolectando prendas que ya no eran utilizadas por sus dueños. La respuesta fue increíble: la gente se sumó con alegría y generosidad. El club DBB logró recolectar muchas bolsas llenas de ropa.

Entonces, llegó el momento de entregar las donaciones a un refugio local. Los niños estaban emocionados mientras llevaban las bolsas al refugio y veían cómo los rostros de las personas sin hogar se iluminaban al recibir prendas nuevas y abrigadas.

Después de un día tan agotador pero gratificante, Mateo regresó a casa felizmente cansado. Se acostó en su cama con una sonrisa en el rostro, sabiendo que había hecho algo bueno para su comunidad.

Desde ese día en adelante, Mateo continuó liderando el club DBB junto a sus amigos. Juntos aprendieron sobre diferentes formas de vivir equilibradamente y ayudaron activamente en su comunidad.

Y así, gracias a la determinación y creatividad de Mateo y sus amigos, todos los niños del pueblo comenzaron a disfrutar comidas más saludables e incorporaron hábitos responsables hacia el medio ambiente y la solidaridad. La moraleja de esta historia es que siempre podemos hacer pequeñas acciones que marcan una gran diferencia en nuestras vidas y en la vida de los demás.

No importa cuán jóvenes seamos, tenemos la capacidad de cambiar el mundo y hacerlo un lugar mejor para todos.

FIN.

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