El Club de los Talentos
En una pequeña ciudad, un grupo de niños y niñas de diferentes edades se reunía en el parque para jugar y compartir sus pasiones. Ahí estaba Lucas, un gran amante de la pintura, que siempre llevaba consigo su caballete y un montón de colores. Ana, la apasionada de la ciencia, siempre cargaba su kit de experimentos. Juan, que adoraba el fútbol, mostraba sus trucos con el balón, mientras que Valentina prefería la danza y siempre estaba lista para mostrar sus movimientos.
Un día, mientras estaban jugando, Ana tuvo una idea brillante.
"Chicos, ¿y si formamos un club donde cada uno muestre su talento? Podríamos hacer cosas increíbles juntos".
Todos se miraron emocionados, y así nació El Club de los Talentos. Su primera reunión fue un gran éxito. Cada uno presentó su hobby: Lucas pintó un mural en una pared del parque, Ana hizo un experimento que hizo burbujas de colores, Juan enseñó a las chicas a jugar al fútbol y Valentina realizó una coreografía que encantó a todos.
Sin embargo, no todo fue fácil. Poco después, se acercó al grupo un chico que solía burlarse de ellos.
"¿Qué hacen ustedes? ¿Acaso se creen artistas y científicos?" dijo el chico con un tono burlón.
Lucas, un poco asustado, respondió:
"Sólo estamos divirtiéndonos con lo que nos gusta".
Pero el chico no se detuvo ahí. Comenzó a lanzar comentarios despectivos sobre las actividades de las chicas.
"Las chicas no pueden jugar bien al fútbol ni bailar en el parque".
Valentina, con valentía, lo desafió:
"¿Querés decir eso en la cancha? Te puedo demostrar que jugando puedo ser tan buena como cualquier chico".
Juan, apoyando a Valentina, se le acercó al chico.
"No importa si sos chico o chica, lo que realmente cuenta es la diversión y el esfuerzo. Así que, ¿quieres probar con nosotros?"
El chico, algo confundido pero intrigado, aceptó el desafío. Jugaron juntos y al final del día, ya no podía decir que las chicas no eran buenas en el fútbol. En cambio, comenzó a respetar lo que cada uno hacía, sin importar su género.
"No sabía que jugar al fútbol podía ser tan divertido", admitió.
"¡Y no sólo eso! Todos podemos hacer lo que amamos, sin importar si somos chicos o chicas!" exclamó Ana.
El Club de los Talentos se hizo famoso en el barrio, y su lema “Juntos somos mejores” se convirtió en una inspiración para otros niños. Con el pasar de las semanas, niños y niñas de diferentes barrios comenzaron a unirse, trayendo nuevas actividades para compartir, desde cocina creativa hasta robótica y teatro.
Un día, decidieron hacer una exposición abierta al público.
"Voy a invitar a todos mis amigos y familiares para que vean nuestras actividades", dijo Lucas entusiasmado.
El día del evento fue mágico. Todos mostraron sus talentos y se pudieron ver a chicos y chicas participando en actividades que antes no se atrevían a hacer. El chico que había burlado a los demás estaba ahora aprendiendo a hacer pastelitos de frutas con Ana, y comentaba:
"Nunca pensé que esto pudiera ser tan divertido".
Al final del evento, los adultos que asistieron quedaron tan impresionados que decidieron apoyar al club, buscando un espacio mayor en el centro de la ciudad para que cada uno pudiera seguir desarrollando sus habilidades.
Así, gracias a la valentía y la creatividad de esos niños y niñas, comenzó una nueva aventura en la que el arte, la ciencia, el deporte y la danza se unieron sin estereotipos. En El Club de los Talentos, cada uno pudo ser quien realmente era, sin miedo y con un gran apoyo mutuo. Y lo mejor de todo, aprendieron que lo más importante no es si eras un niño o una niña, sino ser uno mismo y compartir esos talentos con los demás.
FIN.