El club de Margarita


En un pequeño pueblo llamado Villa Flores, vivía una niña llamada Margarita. Ella era muy amable y siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos, pero por alguna razón, nadie parecía querer jugar con ella en los recreos del colegio.

Margarita se sentía triste y sola. Observaba cómo los demás niños formaban grupos y se divertían juntos mientras ella permanecía apartada. No entendía por qué nadie quería ser su amigo.

Un día, después de otro recreo solitario, Margarita decidió que ya era suficiente. Decidió que iba a cambiar las cosas y encontrar la manera de hacer amigos en el colegio. Esa misma tarde, Margarita fue a la biblioteca del pueblo para buscar libros sobre cómo hacer amigos.

Allí encontró uno titulado "El libro mágico de la amistad". Emocionada, lo tomó prestado y corrió a casa para leerlo.

Dentro del libro había una historia sobre una niña llamada Sofía que también había tenido problemas para hacer amigos en el colegio. Pero Sofía no se rindió y decidió mostrarle a todos sus talentos especiales. Inspirada por la historia de Sofía, Margarita decidió hacer lo mismo.

Al día siguiente, durante el recreo, sacó su flauta dulce y comenzó a tocar una hermosa melodía. Los demás niños se sorprendieron al escucharla y poco a poco se acercaron para ver quién estaba tocando tan bien. Cuando terminó de tocar, todos aplaudieron emocionados.

Uno de los niños le preguntó si podían aprender a tocar la flauta dulce también. Margarita sonrió y les dijo que sí, que estaría encantada de enseñarles. A partir de ese día, Margarita se convirtió en la maestra de flauta dulce del colegio.

Durante los recreos, todos los niños se reunían a practicar juntos y a aprender nuevas canciones. Margarita ya no se sentía sola, tenía muchos amigos con quienes compartir su pasión por la música. Pero eso no fue todo.

Un día, mientras caminaba hacia el colegio, Margarita encontró un pequeño gatito abandonado en la calle. Lo recogió y lo llevó al colegio con ella.

Los demás niños quedaron encantados con el gatito y comenzaron a preguntarle si podían ayudar a cuidarlo. Así fue como Margarita fundó el "Club del Cuidado Animal" en el colegio.

Todos los días después de clases, los niños se reunían para alimentar al gatito y construirle una casita especial en el patio del colegio. Con cada nueva actividad que emprendía, Margarita ganaba más amigos y su vida en el colegio se llenaba de alegría y compañerismo.

Aunque había pasado por momentos difíciles al principio, supo encontrar su lugar gracias a sus talentos especiales y su amor por los demás. Y así es como Margarita aprendió que ser diferente puede ser maravilloso porque te permite destacarte entre los demás.

Descubrió que cuando compartes tus habilidades con generosidad y amor, puedes hacer amigos verdaderos que valoran lo especial que eres. Desde aquel día en adelante, Villa Flores estuvo llena de risas y juegos durante los recreos, y Margarita nunca más se sintió sola.

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