El Club Secreto de Cartas de Violeta y Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Violeta. Ella era muy alegre y cariñosa, pero a veces se sentía un poco sola porque no tenía muchos amigos cerca de su casa.
Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, conoció a un niño llamado Mateo. Mateo era todo lo contrario a Violeta: era extrovertido, divertido y siempre estaba lleno de energía.
Desde el primer momento que se conocieron, Violeta y Mateo se llevaron muy bien. Pasaban horas jugando juntos y riendo sin parar. "-¡Violeta, me encanta jugar contigo! Eres la mejor amiga que podría tener", exclamó Mateo un día mientras corrían por el parque persiguiéndose.
"-¡Yo también te quiero mucho, Mateo! Eres el amigo más divertido que he tenido", respondió Violeta con una sonrisa en su rostro. A pesar de la gran conexión que tenían, había un problema: Mateo vivía en otro pueblo bastante lejano al de Violeta.
Solo podían verse los fines de semana cuando sus padres podían llevarlos o cuando organizaban alguna actividad especial en la escuela. Los días en los que no estaban juntos se les hacían eternos.
Violeta extrañaba las risas y travesuras de Mateo, mientras que él ansiaba los abrazos cálidos y reconfortantes de su amiga.
Una tarde, mientras miraban las nubes desde el parque, a Violeta se le ocurrió una brillante idea:"-Mateo, ¿qué te parece si creamos nuestro propio club secreto? Podemos escribirnos cartas contándonos nuestras aventuras diarias y así sentirnos más cerca aunque estemos lejos.
"Mateo emocionado asintió con entusiasmo: "-¡Sí! ¡Será genial tener nuestro propio club secreto! ¡Podremos compartir todo lo que nos pasa durante la semana!"Y así fue como empezaron a enviar cartas entre ellos cada semana. En cada carta compartían sus momentos felices, tristes e incluso sus sueños más grandes.
A través de esas cartas descubrieron lo importante que era mantenerse conectados a pesar de la distancia física. Con el tiempo, el club secreto se convirtió en algo muy especial para ambos niños.
Aprendieron a valorar aún más su amistad y a entender que no importaba cuán lejos estuvieran físicamente; lo importante era saber que siempre estarían allí uno para el otro. Y así, gracias al ingenio y creatividad de dos pequeños corazones llenos de amor y amistad como Violeta y Mateo lograron mantener viva su relación a pesar de la distancia física.
Y aprendieron juntos una valiosa lección: la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo si se cultiva con cariño y dedicación.
Desde entonces, cada vez que miraban las nubes desde sus respectivos pueblos recordaban aquel día en el parque donde comenzó su inolvidable aventura llena de amor y complicidad.
FIN.