El cocodrilo y el pez en busca de agua



Érase una vez, en un caluroso día de verano, un cocodrilo llamado Ciri y un pequeño pez llamado Pipo que vivían en un hermoso río de aguas cristalinas. Sin embargo, la naturaleza estaba cambiando y el río comenzó a secarse. Ciri, que siempre había sido un buen nadador, se sentía cada vez más preocupado por la situación.

"¿Qué vamos a hacer, Pipo? Si sigue así, nos quedaremos sin agua y sin hogar" - dijo Ciri con una voz profunda y triste.

"No lo sé, Ciri. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. ¡Debemos encontrar más agua!" - respondió Pipo, llenándose de determinación.

Ciri y Pipo decidieron emprender una aventura juntos, así que saltaron a la orilla y comenzaron a caminar. Mientras buscaban, se encontraron con varios animales que también sufrían por la falta de agua.

"¡Hola, Ciri! ¡Hola, Pipo! ¿A dónde van tan preocupados?" - preguntó una tortuga llamada Tula.

"Vamos en busca de agua, Tula. El río se está secando y necesitamos ayuda" - explicó Pipo.

"¿Puedo acompañarlos? Las cosas están difíciles por aquí y creo que juntos podremos encontrar una solución" - sugirió Tula, emocionándose.

El trío continuó su camino y más adelante, se toparon con una familia de ciervos que parecían muy preocupados.

"¿Qué les pasa, amigos?" - preguntó el ciervo más viejo, llamado Dario.

"Estamos buscando agua, también. Nuestros charcos favoritos se han secado" - respondió Ciri, deseando poder hacer algo.

Dario se unió al grupo, y juntos emprendieron el viaje hacia la montaña. Creían que allí podría haber un arroyo que aún tuviera agua. Al llegar a la montaña, encontraron un camino rocoso y angosto.

"¡Cuidado!" - alertó Tula. "Este sendero es peligroso. Debemos ser muy cuidadosos."

Pipo, que era pequeño pero audaz, se puso al frente.

"Yo iré primero. ¡Sólo sigan mis pasos!" - dijo el pez mientras se movía ágilmente entre las piedras.

Ciri y Tula lo siguieron con precaución. Sin embargo, en un momento dado, Ciri pisó una piedra suelta y casi se cae. En ese instante, Pipo se giró.

"¡Ciri! ¡Ten cuidado! ¡Espera un momento!" - gritó.

Ciri se detuvo justo a tiempo. Luego, Pipo tuvo una gran idea.

"Tal vez podamos hacer una cuerda con lianas para ayudarnos a cruzar las partes más difíciles."

Tula y Dario comenzaron a buscar lianas mientras Pipo guiaba a Ciri para que se mantuviera en un lugar seguro. Después de un tiempo, habían hecho una cuerda resistente y así pudieron avanzar con más seguridad.

Finalmente, llegaron a la cima de la montaña y, para su sorpresa, encontraron una pequeña fuente de agua cristalina.

"¡Agua! ¡Por fin!" - exclamó Dario, corriendo hacia la fuente.

"¡Pero, esperen!" - Dijo Tula. "Debemos asegurarnos de que el agua no se acabe. No podemos ser egoístas."

Ciri y Pipo asintieron, entendiendo la importancia de cuidar el agua. Decidieron que cada uno podría llevar un poco de agua en hojas grandes para llevar a sus hogares y compartir con los demás animales.

Así que, uno por uno, fueron llenando las hojas con agua del arroyo y regresaron al valle, contentos por haber encontrado la fuente y por tener planes para cuidarla.

Al llegar al río donde vivían, reunieron a todos los animales y les contaron sobre la fuente y la importancia de compartir el agua y cuidarla.

"¡Todos juntos podemos hacer esto!" - propuso Ciri.

"Sí, podemos hacer turnos para ir a buscar agua" - sugirió Pipo. "Así nos aseguramos de que nunca falte".

Desde ese día, el río nunca volvió a secarse, gracias al esfuerzo de Ciri, Pipo, Tula y Dario, quienes aprendieron que la unión hace la fuerza y que cuidar de los recursos es responsabilidad de todos.

Y así, en el corazón del río, con el canto de los pájaros y el murmullo del agua, la amistad y el trabajo en equipo florecieron para siempre.

FIN.

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