El código de colores del amor


Había una vez en una pequeña ciudad de Argentina, dos personas llamadas Martín y Laura. Eran una pareja que se querían mucho, pero tenían un problema: no lograban entenderse el uno al otro.

Siempre terminaban discutiendo por malentendidos y eso los ponía tristes. Un día, cansados de pelear, decidieron buscar una solución para poder comunicarse mejor.

Así que fueron a visitar al sabio del pueblo, Don Carlos, quien les dijo:"-Si quieren entenderse, deben aprender a escucharse con atención y paciencia. Además, es importante ponerse en el lugar del otro para comprender sus sentimientos. "Martín y Laura tomaron muy en serio las palabras de Don Carlos y comenzaron a practicar lo que les había dicho.

Cada vez que uno hablaba, el otro prestaba toda su atención sin interrumpirlo ni juzgarlo. Poco a poco, la comunicación entre ellos fue mejorando. Sin embargo, aún había momentos en los que surgían malentendidos.

Fue entonces cuando tuvieron una idea genial: crear un código secreto para expresar sus emociones. Decidieron utilizar colores para representar diferentes estados de ánimo.

El rojo significaría enojo o frustración; el verde sería tranquilidad o alegría; el azul indicaría tristeza o nostalgia; y el amarillo representaría amor o felicidad. Así, cuando alguno de los dos estuviera sintiendo algo fuertemente pero no pudiera encontrar las palabras adecuadas para expresarlo verbalmente, simplemente levantaría un objeto del color correspondiente.

Con este nuevo sistema de comunicación basado en colores, Martín y Laura lograron entenderse mejor y evitar malentendidos. Pero aún había más por aprender. Un día, mientras paseaban por el parque, se encontraron con un grupo de niños que jugaban a la rayuela.

Martín y Laura decidieron unirse al juego y descubrieron algo maravilloso: cuando jugaban juntos, se divertían y se entendían sin necesidad de palabras. A partir de ese momento, decidieron dedicar tiempo todos los días para jugar juntos como lo hacían los niños.

Descubrieron que jugar les ayudaba a relajarse, a reírse y a conectarse emocionalmente en un nivel más profundo.

Con el paso del tiempo, Martín y Laura aprendieron que la comunicación no solo se trata de palabras, sino también de escuchar con atención, usar colores para expresar emociones y disfrutar del juego en pareja. De esta manera, lograron superar sus diferencias y vivir felices para siempre.

Aprendieron que amarse no significa estar siempre de acuerdo o pensar igual, sino aceptar las diferencias del otro y trabajar juntos para encontrar soluciones. Y así fue como Martín y Laura demostraron al pueblo entero que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo si hay voluntad de aprender y crecer juntos.

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