El código de convivencia en Rayitos de Sol
Había una vez en la escuela "Rayitos de Sol", un aula llena de risas y alegría, pero también de travesuras y desorden. La maestra Laura estaba preocupada porque los alumnos no respetaban las normas de convivencia en el aula.
Un día, la maestra Laura decidió reunir a todos los niños para hablar sobre la importancia de seguir las reglas y respetar a sus compañeros. Les explicó que era fundamental para poder aprender y divertirse juntos en armonía.
"Chicos, es importante que nos tratemos con respeto, escuchemos atentamente cuando alguien esté hablando y cuidemos nuestro espacio común", les dijo la maestra Laura con voz firme pero cariñosa.
Los niños asintieron con atención, algunos un poco inquietos por lo que significaba tener más responsabilidades en el aula. Pero entre ellos se destacaba Martina, una niña curiosa y bondadosa que siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros.
"¿Qué les parece si creamos juntos un código de convivencia?", propuso Martina emocionada. Los ojos de los demás niños se iluminaron ante la idea de participar activamente en la creación de las normas del aula.
Entre risas y debates, decidieron reglas como: "Escuchar cuando alguien está hablando", "Respetar los turnos para hablar" y "Ayudarnos mutuamente". Con el nuevo código de convivencia listo, la maestra Laura notó un cambio increíble en el comportamiento de los niños. Había más orden, solidaridad y respeto entre ellos.
Incluso aquellos que solían hacer travesuras estaban más centrados en sus tareas escolares. Un día, mientras realizaban una actividad grupal, uno de los lápices de colores se rompió y varios dibujos quedaron incompletos.
Todos miraron preocupados hasta que Martina tomó la palabra:"Tranquilos chicos, ¡yo tengo una idea! Podemos compartir nuestros lápices para terminar los dibujos juntos". Los demás niños asintieron entusiasmados con la propuesta de Martina. Trabajaron en equipo, compartiendo materiales y ayudándose unos a otros para completar cada dibujo.
Al finalizar la actividad, se dieron cuenta de lo mucho que podían lograr cuando trabajaban juntos siguiendo las normas del aula.
La maestra Laura observaba orgullosa cómo sus alumnos habían aprendido el valor del respeto mutuo y la colaboración gracias al nuevo código de convivencia que habían creado juntos. Desde ese día, en el aula "Rayitos de Sol" reinaba la armonía y el compañerismo gracias al compromiso de todos los niños por seguir las normas establecidas.
Y Martina seguía siendo el ejemplo perfecto de cómo una actitud positiva puede marcar la diferencia en cualquier situación.
FIN.