El cofre de estrellas numeradas


Había una vez en el bosque encantado, un grupo de animalitos muy curiosos y juguetones que vivían felices entre los árboles y las flores.

Ellos se llamaban Pancho el conejo, Lila la mariposa, Tito el zorro y Lola la ardilla. Un día, mientras jugaban al escondite cerca del río, encontraron un cofre mágico con candado dorado. Todos se miraron sorprendidos y emocionados por descubrir qué había dentro del cofre.

"¡Qué será esto!", exclamó Lila revoloteando alrededor del cofre. "Debe ser un tesoro", dijo Tito con entusiasmo. "Vamos a abrirlo juntos", propuso Pancho. Los cuatro amiguitos intentaron abrir el candado sin éxito hasta que Lola recordó algo importante.

"¡Esperen! Creo que para abrirlo debemos decir en voz alta los números del uno al diez", sugirió Lola. Y así comenzaron a contar todos juntos:—"Uno" , dijo Pancho. —"Dos" , continuó Lila. —"Tres" , siguió Tito. —"Cuatro" , completó Lola.

Al llegar al número diez, el candado se abrió mágicamente revelando lo que guardaba en su interior: diez brillantes estrellas de colores. Los animalitos no podían creer lo hermosas que eran las estrellas y cómo brillaban con luz propia.

Cada una de ellas representaba un número del uno al diez. Entonces decidieron jugar a encontrar las estrellas escondidas por todo el bosque mientras practicaban contar en orden.

Pancho encontró la estrella número uno detrás de un tronco hueco, Lila descubrió la estrella número dos entre las hojas de un arbusto, Tito halló la estrella número tres sobre una rama alta, y Lola vio la estrella número cuatro cerca del río brillando intensamente. Así siguieron buscando y contando hasta encontrar todas las estrellas escondidas.

Fue una tarde llena de diversión y aprendizaje para los amigos animales, quienes comprendieron lo importante que era saber contar para resolver acertijos y disfrutar juntos de nuevas aventuras en el bosque encantado.

Desde ese día, Pancho, Lila, Tito y Lola siguieron practicando sus números cada vez que jugaban, fortaleciendo su amistad y sus habilidades matemáticas mientras exploraban el mágico mundo que los rodeaba.

Y colorín colorado, este cuento de conteo ha terminado pero su aprendizaje continúa ¡Contar es divertido!

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