El cofre de la infancia


Martín regresaba a su casa después de mucho tiempo. Al llegar, decidió revisar el viejo desván para revivir algunos recuerdos de su infancia. Al mover unas cajas, se topó con un pequeño cofre polvoriento.

Al abrirlo, se encontró con sus juguetes favoritos, cartas de su abuelita y dulces que creía olvidados. El corazón de Martín dio un vuelco al sentirse transportado al pasado, recordando con nostalgia aquellos días de juegos y risas en el jardín.

Revivió momentos con sus amigos, aventuras imaginarias y travesuras que lo hicieron reír.

Martín entendió que a pesar del tiempo, esos recuerdos y experiencias seguían vivos en su corazón.

Comprendió que la niñez no se pierde del todo, sino que se guarda en el interior, lista para despertar una sonrisa o una lágrima en el momento adecuado. Esta revelación lo llevó a apreciar aún más a su familia, a disfrutar del presente y a no olvidar quién era en esencia.

El cofre de la infancia se convirtió en un tesoro más valioso de lo que hubiera imaginado, no solo por los objetos que guardaba, sino por el amor y la calidez que representaba.

Martín decidió compartir esto con los niños del barrio, regalando juguetes y dulces, para que ellos también pudieran experimentar la magia de la infancia.

La sonrisa en sus rostros y la alegría en sus corazones le enseñaron que el verdadero tesoro de la vida radica en la capacidad de compartir, recordar y valorar la inocencia y la felicidad genuina.

Ahora, cada vez que Martín vuelva a abrir el cofre, un mundo de memorias y emociones lo estará esperando, recordándole que la infancia vive para siempre en el corazón de quien la guarda con cariño.

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